Entrevista

Máximo Huerta: «Pedro Sánchez ha sido un personaje episódico en mi vida»

Alguien le apodó «Màxim el Breve» por su fugaz papel como ministro: «Queda mucho por contar»

Máximo Huerta, en una imagen de archivoFoto: Manuel Olmedo
Máximo Huerta, en una imagen de archivoFoto: Manuel OlmedoManuel OlmedoManuel Olmedo

Le amo. Le dije que iba a empezar así la entradilla. Fui a degüello con este cuestionario y él, que es amable, robó tiempo a la escaleta de su nuevo proyecto televisivo, «Â Punt», en Canal 9, para responder esta gloria bendita. El me llamó «putilla»... Por vender mi cariño tan fácilmente. Y debo de serlo una pizca porque un ex ministro de Cultura no califica de cualquier manera a no ser que vea indicios. Con ustedes, Máximo Huerta.

–¿Qué le da Máximo que no le daba Màxim?

–Tengo la suerte de poder jugar con mi nombre. En casa y en familia, soy Maxi; entre amigos, Max; me conocen mucho como Màxim y soy Máximo desde el 26 de enero de 1971.

–¿Periodista por casualidad, periodista de raza o medio para conseguir ser escritor?

–A lo largo de la historia de la literatura, algunos de los más importantes escritores fueron antes periodistas. Graham Greene, Hemingway. Orwel, Vargas Llosa, Capote, García Márquez, Umbral, Larra, Delibes... ¿sigo?

–¿Su vida por un «scoop» o su reino por una frase brillante?

–Mi vida por un amanecer tranquilo, un día sin mirar el reloj, ni el móvil... Y si sale la frase para la novela, mejor.

–Cuando le hablan del Ministerio de Cultura y Deporte ¿no le dan sarpullidos?

–Depende de cómo se dirijan. Es un episodio más de mi vida. Importante. Deja huella. Normal que pregunten. De hecho, queda mucho por contar.

–¿Se puede ser políticamente correcto cuando la política ha sido tan incorrecta con usted?

–Se debe. No me interesa nada esa gente que ha sido incorrecta. Si quieren leña, que salgan al bosque.

–¿Le afectan las malas críticas?

–No las busco. Solo me afecta la cebolla, el pimiento y los fritos. Pero uso omeprazol.

–¿Cuál es la mayor estupidez que se ha dicho de usted y, sin embargo, no le ha apetecido desmentir?

–De mí y de Liz Taylor han dicho de todo. Desmentir es un gasto de tiempo innecesario.

–A quien le apodó Màxim el Breve, ¿qué le diría?

–Que ser breve es pura cirugía. Ojalá otros lo sean. Lo mío no es brevedad, es honestidad.

–Dicen que usted enamora a la cámara. Para hacerle el amor, ¿mejor las tardes, las mañanas las madrugadas?

–No hay franjas para enamorar ni edad para ello.

–Se bregó durante años con AR, la reina del magazín. Algo que aprendió y repetirá y algo que aprendió para no repetir.

–Es una maestra, sabe comunicar y tiene capacidad para entretener. Aprendí a gestionar la emoción en las entrevistas, a saber cambiar de registro y a adaptarme a las circunstancias. El espectador es el rey de la televisión, nosotros somos los que le entretenemos.

–Tiene un físico imponente. ¿Su «outfit» es lo primero o lo último que elige antes de salir a plató?

–Mi ropa responde a la comodidad.

–¿Ve de extranjis lo que llevan puesto sus oponentes? ¿Jorge Javier, por ejemplo?

–Veo televisión y me gusta cuando no me fijo en la ropa. Si sucede es que me he perdido. La ropa no debe distraer.

–Y el cutis, ¿cómo lo mantiene?

–Con genética, frío y crema Nivea.

–¿Algún retoque que confesar?

–Solo retoco los pantalones.

–¿La política sería distinta si se le echaran más ovarios que huev*s?

–La política se alimenta últimamente de trolls anónimos que no tienen sexo.

–Dígame el nombre de un político que, aunque jamás votaría, físicamente le encuentra un puntito.

–Macron es un hombre elegante.

–¿Pedro Sánchez fue un amante bandido?

–Pedro Sánchez ha sido un personaje episódico en mi vida. Todos tenemos estrellas invitadas en nuestras vidas.

–¿Qué es lo que más le chifla y lo que más le amuerma del amor?

–Los celos me aburren. Y me chifla sentirme tranquilo.

–Vuelve a Valencia y corríjame si me equivoco: Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor. ¿Algo que añadir?

–Y del mar, de la cultura, de la música, de la gastronomía, de la ironía, del humor.

–¿Hizo alguna vez la ruta del bakalao? ¿Y se ha probado un traje de fallera?

–¡Nunca! Qué dolor de cabeza. Y respecto al traje, no tengo la talla. Pero en algún carnaval hice mis pinitos con la pandilla del pueblo.

–Su magdalena proustiana es ¿un croissant o una paella?

–Longanizas de Utiel y tomate frito.

–Si tuviera que elegir: ¿un tranvía a la Malvarrosa o un funicular a Montmartre?

–Suelo ir a la playa andando. Y en París tenía la casita frente al Sacré Coeur. Las dos escenas forman parte de mi vida.

–¿Cuál es el último culebrón de la prensa rosa que le tiene ensimismado?

–Me fascinó el Merlos Place. Me he quedado en ese. Insuperable.

–¿Qué prefiere: un silencio interminable o una conversación que no se agota?

–Una conversación y varias botellas de vino.

–¿Me podría contar algo que le importa un pepino?

–Muchas cosas empiezan a importarme un pepino.

–¿Qué espera siempre y qué siempre le decepciona?

–Espero siempre más tiempo. El tiempo es vida. Y me decepcionan las expectativas.