Crónica

Los sábados de Lomana: ¿Por qué no expropiamos a los fabricantes de las vacunas?

Carmen Lomana
Carmen LomanaCarmen Lomana

España, nuestra querida España, vive en la más absoluta esquizofrenia y desolación. Ahora se ha puesto de moda decir que, cuando alguien tiene un carácter desequilibrado y pasa de la euforia desbocada a la depresión, es bipolar. Quizá ese sea el término exacto para definir cómo nos sentimos en un carrusel de sentimientos y confusión avivados por el Gobierno con menos ética, moral y coherencia que al menos yo he conocido, instaurados en la mentira y el cinismo, pasando de todos nosotros y repitiendo conductas que saben que en su día trajeron pésimas consecuencias, desatando con fuerza una pandemia que por aquel entonces era incipiente.

Lo de las elecciones catalanas es de maldad infinita. Han hecho de Illa un héroe de la mediocridad, del desatino y la ineficacia unido a la mentira continua e información errónea. Lo envían entre vítores y aplausos a Cataluña animando a todos, incluidos positivos en Covid, a votar, incluso a acudir a mítines. Pero ¿no están recomendando machaconamente que nos quedemos en casa? Tan pronto pretenden confinarnos, perimetrarnos, cerrar locales, negocios pequeños y grandes por el bien común –algo que puedo entender ante el terrible aumento de contagios–, como animan a salir a votar y obligan a sentarse en mesas electorales a ciudadanos que no quieren cumplir con esa obligación dado el momento tan peligroso como si estuviesen en una UCI vestidos con los trajes EPIS exponiéndose al contagio. Ahora el Gobierno de Pedro Sánchez volverá a decir al electorado catalán que les va la vida en ello, como en su día dijo la vicepresidenta Carmen Calvo. ¡Y vaya que se le fue! Ella misma estuvo a punto de «palmarla» al estar varios días ingresada en el hospital Rúber después de aquella siniestra manifestación en Madrid en la que se contagiaron una enorme cantidad de personas.

Campaña de vacunación
Campaña de vacunaciónAlberto R. RoldánLa Razón

Otro tema vergonzoso es el de las vacunas. De nuevo no se ha sabido gestionar con seriedad y rigor este tema tan importante, lanzándose a poner la primera dosis sin asegurarse de tener la segunda. Pfizer, BioNTech, AstraZeneca parece ser que ahora tienen problemas de producción y a España nos han dejado a la cola del suministro... Después de, según dicen, pagar una gran cantidad de dinero al firmar el contrato. Me temo, y no quiero ser malpensada que, una vez más, estamos con un problema parecido al de la escasez de material sanitario de marzo, cuando Illa y Fernando Simón nos recomendaban ir sin mascarilla.

Habría que expropiar la fórmula a las farmacéuticas. Son grupos de máximo poder y se están forrando a costa de la salud de todos. Se dan los requisitos jurídicos que establece la Ley sobre la expropiación forzosa del año 1954 revisada en 2015 para proceder a la expropiación de esas fórmulas que se pueden hacer en multitud de laboratorios, no solo en los suyos. Esto aumentaría la oferta y bajarían los precios. El fundamento jurídico de la expropiación forzosa es la utilidad pública, y en este caso está más que justificada. ¿Qué mayor utilidad que la salud?

Estamos tan controlados y manipulados por los grandes poderes fácticos y «lobbys» económicos, que cada día estoy más convencida de que detrás de este drama sanitario y económico hay una enorme perversión guiada por intereses, que quizá algún día nuestros nietos llegarán a conocer.