Crónica
Belén Esteban y La Campanario andan a la gresca
¡Ay, pasaron los años de esplendor social donde sucedía de todo! Una época irrecuperable en la que la vida social se concentraba en los Hoteles Ritz y Palace o el Joy Eslava, igualmente relumbrante con su bien mantenido y conservado estilo «belle époque» que Pedro Trapote realzó, mantuvo e hizo rebrillar. Madrid podía compararse con París, Milán o Nueva York. Tenía una animación social realmente única. Hablamos del pasado porque el presente y el porvenir semejan tristones y sin demasiadas esperanzas. La ciudad, antaño animada y bulliciosa, languidece de eventos, citas, galas y apenas tiene convocatorias y todo –más bien, nada– se nos queda reducido a un entristecido y lánguido suspiro. ¡Qué tiempos aquellos que, como en la canción, ya no volverán! Da pena y no basta con echar la vista atrás.
No lo hacen Belén Esteban ni María José Campanario, nuestras nuevas y singulares heroínas. Seguro que darán juego, provocarán curiosidad y entusiasmo, pero también rechazo y estupor. Lo esperamos todo. Ojalá no defraude tal expectación. Habrá que ver. Pero menos da una piedra, aunque estoy seguro de que mucho nos harán padecer y lamentarnos con sus cosas, excentricidades, ocurrencias y salidas semejantes a la carta de 18 líneas que, como comunicado, ha mandado Belén Esteban. «No serás tú quién me diga qué debo escribir o publicar». No se anda con chiquitas y tira a matar bien aconsejada por sus abogados. «Hoy me ha llegado un mensaje en el que he debido descojonarme de la risa. En mi opinión, tu vida entera también lo es. A través de ellos me reservo el derecho de ejercitar las acciones legales oportunas para proteger mi dignidad y la de mi familia, tan solo en relación con ’'la carta” –el entrecomillado es mío, ojito–, como con cualquier otra manifestación de doña María José Campanario o de terceros, que pudiese atentar contra mis derechos fundamentales». Lo remata con un claro y contundente «ni yo ni mi familia ni mis abogados haremos más declaraciones sobre este asunto». Veremos si obtendrá alguna réplica. Lo deja clarito. «Se me acusaba infundadamente de insultar y amenazar y me lanzaban advertencias de publicar informaciones que me perjudicarían con intención de intimidarme. –Como si fuese fácil, añado–. Más claro el agua. Pido que la cosa dure y nos anime este principio de año. Ojalá.
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