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Moda

Philippe Venet, el amor de alta costura de Givenchy

Sonsoles Díez de Rivera recuerda para LA RAZÓN cómo era el diseñador, que murió ayer, y cómo fue esta relación sentimental

Philippe Venet y Hubert de Givenchy, en un homenaje organizado por los Amigos del Museo del Traje Eva San JuanLa Razón

Uno de los primeros en hacerse eco del fallecimiento de Philippe Venet a los 92 años fue Christian Lacroix. El diseñador francés definía a Venet en su perfil de Instagram como «un caballero, un talento subestimado y un corazón más que elegante». Y así es también como lo recuerda Sonsoles Díez de Rivera, una persona muy cercana tanto a él como a su pareja, Hubert de Givenchy: «Era maravilloso, discreto, fantástico. Los dos, de hecho, fueron unos caballeros, con una educación y una clase que hoy ya no se encuentran, llenos de ingenio y simpatía. Exquisitos y refinados como no te puedes hacer una idea».

La amistad con estos dos genios de la aguja la heredó Sonsoles de su madre, la emblemática Marquesa de Llanzol: «Les fascinaba y, cuando ella falleció, les hizo mucha gracia que apareciera yo». Díez de Rivera fue durante estas últimas décadas una de las mejores amigas de la pareja, con la que mantenía un trato muy cercano: «Tenía pendiente llamar a Philippe porque el otro día fue San Huberto y quería hablar con él para decirle todo lo que me acordaba de Givenchy, pero no ha sido posible». Sonsoles compartió con ellos vacaciones en Europa, días en su distintas residencias y mil aventuras: «Estuve con ellos en Italia, en su casa de Venecia, en París... Allí vivían maravillosamente bien, dentro de su discreción. Tenían un hotel particular fantástico, cuando les iba a visitar tenía a mi disposición toda la planta de arriba. Ellos habitaban el piso de abajo», recordaba ayer.

Actor secundario

La genialidad de Givenchy, un icono de la moda parisina, siempre pesó sobre la figura de Venet, aunque este asumió desde el principio su papel de actor secundario: «Él siempre se quedaba detrás en las fotos, sabía que quien interesaba era Hubert, y este siempre se preocupaba por él y le decía que avanzara, que se pusiera con él delante. El amor que se tenían ya lo quisieran muchas parejas», explica Sonsoles, afectada por una noticia en parte esperada. Desde hace quince años Philippe Venet sufría un cáncer para el que solo le dieron seis meses de vida: «Sobrevivió a las previsiones y estaba estupendo».

Sonsoles Díez de Rivera –en la fotografía, junto a Hubert de Givenchy– ejerció de maestra de ceremonias ataviada con un Balenciaga de 1965larazon

La sencillez de Venet fue en parte causa del desconocimiento general que hay de su aportación a la moda. Se empezó a formar como diseñador en Lyon, su ciudad natal, cuando tan solo tenía 14 años, y su talento le hizo recalar en el taller de Elsa Schiaparelli, donde conoció a Givenchy. Ambos abandonaron la casa casi de seguido y Venet comenzó en 1962 su carrera en solitario, lejos ya de la maison de su pareja: «Era un modista perfecto. Yo conservo todavía un sastre suyo que es impecable. Con él sé que llamo la atención», asegura Díez de Rivera.

Hubert de Givenchy, que detenta con 87 años una perspectiva privilegiada de la historia de la moda.larazon

«Tenía mucha clientas muy fieles en Estados Unidos, lo que pasa es que él nunca se dio importancia. De hecho, cuando ambos cerraron, no pudo vender su firma a nadie, cosa que sí hizo Givenchy». Pendiente queda una retrospectiva del trabajo de Venet, un proyecto que nunca se llevó a cabo por el miedo que tenía siempre el diseñador a no estar a la altura: «Yo creo que pensaba que nadie iría a ver su exposición, que aquello no le iba a interesar a la gente», explica Sonsoles. «De hecho, tras la muestra en el Thyssen de Givenchy, él mismo le animaba a Venet a mostrar su obra, pero al final no se pudo hacer». Venet se ha ido como vivió, discreto, sencillo, sin hacer ruido, pero dejando detrás de sí la admiración de todos los que le conocieron y dejando un legado digno de estudio.

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