Estrategia
El día que Rocío Jurado echó de su casa a Rociíto y Antonio David
La estrategia de Rocío Jurado y su hija para echar a Antonio David de La Moraleja y evitar que tomara posesión de la casa que le había regalado a su hija: echó a la pareja de su casa y después, la cerró a cal y canto.
La exclusiva concedida por Rocío Carrasco a la revista ¡HOLA! en 1999, con motivo de la separación del padre de sus hijos, no deja de sorprendernos. Si en ella, ofrece una versión muy diferente a lo que ha relatado la protagonista del documental que se emite actualmente en Telecinco, también desvela aspectos que ahora cobran especial relevancia. Entre ellos, como fue la convivencia de la pareja en la mansión de su madre en La Moraleja, en la que residieron desde junio de 1998 hasta octubre de 1999, cuando la relación ya hacía aguas.
Con 21 años, Rocío Carrasco, madre de dos niños y recién separada de Antonio David Flores, desvela cómo afecto a los diferentes miembros de su familia el fin de su matrimonio. Especialmente duro fue este trance para “la más grande” que tuvo que echar a su hija y nietos de casa para que Antonio David se fuera de su casa, a lo que se negaba si no se llegaba a un acuerdo. Según su hija, “Mi madre era la persona inadecuada, en el sitio inadecuado y en el momento inadecuado, pero no porque sea inadecuada ella, sino porque no tenía por qué haber pasado por todo esto. Ha sido una injusticia.”
Asegura que contó con el apoyo de su familia y, especialmente, de Pedro Carraco, su padre, y del marido de su madre, José Ortega Cano, con el que convivían en Madrid: ”Tanto él como mi padre se han portado como dos auténticos señores con una increíble calidad humana, tratando de ayudar y ofreciéndose para todo lo que queramos, tanto David como yo. Jose y mi padre le quieren mucho”.
Dos casas y tres mudanzas.
Cuando concede la entrevista, el 25 de noviembre de 1999, Rocío Carrasco ya se ha instalado en el chalet que le regaló su madre en la urbanización El Encinar de los Reyes, muy cercana al chalet dónde junto a su madre, y su marido, Ortega Cano, vivió con Antonio David y sus dos hijos, Ro y David, durante el largo año y medio de su crisis matrimonial. En La Moraleja, la familia Flores-Carrasco, vivían en una zona de la casa que contaba con un amplio salón, dos habitaciones y un baño, de modo que tenían garantizada una cierta independencia del matrimonio formado por Rocío Jurado y el torero, quienes, en esos momentos, esperaban la llegada al hogar de los dos niños que adoptaron en Colombia.
Entre rumores de separación, negados por ambas partes, a mediados de octubre de 1999, Rocío Carrasco desaloja el chalet que iba a convertirse en el hogar conyugal y al que, poco antes, habían hecho una mudanza con los enseres del matrimonio. En esta segunda mudanza, se sacan todas las pertenencias de David, que se negaba a abandonar el chalet de La Moraleja para evitar ser acusado de abandono de hogar. La situación que vive la pareja es de máxima tensión, pero aún así, el 13 de octubre de 1999, celebrarán juntos el tercer cumpleaños de la pequeña Ro. Un mes después, Rocío anuncia en una exclusiva que ha llegado a un acuerdo con David para firmar la separación y dos semanas más tarde, explica en ¡Hola! los motivos y la difícil situación en la que ha estado inmersa toda la familia y que obligó a su madre a pedirle que se fuera de La Moraleja. Para entonces, Rocío ya se había instalado en su nueva casa.
En la entrevista concedida a Tico Chao, confiesa que “creo que lo mejor es mantener a todo el mundo apartada para solucionar tus problemas por ti mismo”. El periodista le comenta que tenía a su madre viviendo con ella y le plantea si ese pudo ser un motivo de la ruptura del matrimonio. “Ya sabes aquello de que el casado, casa quiere” es la frase que utiliza el veterano periodista para indagar en la convivencia de la pareja con los suegros del ex guardia civil. Rocío es tajante y niega que ése fuera el problema: “Nosotros siempre tuvimos una independencia total y absoluta en la casa de mi madre. No creo que eso fuera un inconveniente”.
“Mi madre ha vivido la situación con mucha serenidad y templanza, afrontando todo lo que sucedía. Es una señora en todo el sentido de la palabra y ha vivido esto pasándolo mal pero haciendo que estaba bien. Ella era consciente que teníamos que salir nosotros del problema. Yo me casé con David porque quería casarme, y si fui muy mayor y muy madura para casarme y tener dos hijos, soy ahora bastante madura para tomar decisiones y saber qué tengo que hacer” dijo Rocío en 1999, aunque después alegaría “inmadurez” como causa para anular su enlace eclesiástico ante el Tribunal de la Rota.
La estrategia de Rocío Jurado y su hija para echar a Antonio David Flores de La Moraleja.
Rocío Carrasco ya había conocido a Fidel Albiac en septiembre de 1999. No era el primer hombre con el que le relacionaron en los últimos meses de su matrimonio, pero sí fue el definitivo. En septiembre de 1999, después de la tradicional procesión de la Virgen de la Regla en Chipiona, la ausencia de Antonio David era una evidencia más de la inminente separación de la pareja.
El momento más tenido por Antonio David había llegado. En septiembre, Rocío, le traslada su firme decisión de divorciarse pero su marido no iba a ponérselo fácil. Se negó a abandonar el “domicilio conyugal”, la mansión de Rocío Jurado en La Moraleja, sin llegar a un acuerdo y exigía la custodia de los dos niños.
Las cosas se pusieron difíciles y para evitar que tomara posesión de la casa que le había regalado la cantante a su hija, o que se quedara “sine die” en La Moraleja, se ideó una estrategia. Rocío Jurado los echó de su casa para que “solucionaran sus problemas”y se hizo la mudanza a la nueva casa, en la que nunca viviría la pareja. Después, aprovechando que su madre y Jose se fueron a recoger a sus hijos a Colombia, se cerró La Moraleja, a cal y canto.
Rocío Carrasco: “La situación se estaba yendo de las manos”.
Así lo contaba Rocío Carrasco en la entrevista en la que confesaba que ya estaban separados, una semana después de anunciar que había llegado a un acuerdo con Antonio David, en noviembre de 1999 y que reproducimos textualmente.
-”Podías haberte quedado en casa de tu madre y no irte a un nuevo piso...La situación se estaba yendo un poco de las manos y yo no tenía derecho a “incordiar”... Por otra parte, lo fácil hubiera sido separarte y quedarte en casa de tu madre, donde lo tienes todo y te dan todo hecho. No, yo no soy así. Yo me separo y me voy a mi casa con mis hijos”.
-”Pero eso podías haberlo hecho cuando Antonio David y tu regresasteis de Argentona... Ya, pero no se hizo”.
-”Menudo doloroso trago para tu madre cuando os pide que os vayáis de su casa para solucionar vuestros problemas. Sí que lo fue, pero es normal lo que ella nos dijo, Porque por mucho que tú quieras a un hijo no puedes estar en medio de una relación todos los días. Ella hizo lo más correcto con todo el dolor de su corazón y con todo el pataleo del mundo”.
-”Porque de no ser por esa situación...tu madre nunca te hubiera dicho semejante cosa. Por supuesto. Antes de decirme que me fuera de su casa tendrían que haberla matado”.
-”Hace unos días, David iba a casa de tus padres con un notario. Sí, para que el notario diese fe de que no le dejábamos entrar. Pero David tiene una carta notarial que le mando mi madre donde le explica que su familia, o sea, mis dos hijos y yo, se trasladaba a la dirección de mi casa y que su domicilio de La Moraleja se iba a quedar vacío porque ella tenía que marcharse y que, por tanto, David tenía que irse del chalet porque éste iba a quedar cerrado”.
-”¿Esa carta le llegó a él? Nunca quiso recogerla porque siempre estaba dando largas. Entonces, cuando me he enterado de lo del notario, he dicho a una persona que llevara la carta a David y se la diese para que la tuviese”.
-¿”Le encontró? Si, David cogió la carta y la tiró.”
-”¿Estabas tú en casa de tu madre? No, pero David sabía perfectamente que en el chalet no había nadie. Cuando el notario llamó al telefonillo automático le respondió mi tío Amador y le preguntó por el motivo de su visita. Entonces, el notario dijo que estaba allí para dar fe si David podía entrar”.
-”¿Y qué le respondió tu tío? Pues que para qué quería entrar, a lo que el notario insistió en qué sólo quería saber si dejaban entrar a David, Mi tío, entonces, dijo que él no era nadie para permitir nada, ya que la dueña de la casa no estaba”.
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