Crónica
No sé si Zidane le ha contagiado a Pedro o Pedro a Zidane
Me tienen viviendo sin vivir en mí, le grito al televisor, y no sé si esto también se debe a la fatiga pandémica o a la fusión de géneros que nos invade. Cuando escucho a Zidane, no sé si por su boca habla Él, y cuando le escuchó a Él, no sé si por su boquita de piñón habla Zidane. ¿Pedro le contagia a Zidane o Zidane le contagia a Pedro? Más bien me inclino por lo segundo, porque la originalidad no parece figurar entre las virtudes del hombre al que la oposición ya califica de pizza recalentada, y no se refieren precisamente a la pizza «Madonna Ayuso» que ya se come por Madrid, sino a las ocho veces que el presi ha hablado de la recuperación y de los fondos sin concretar nada. La derechona no se entera de que Él es así de etéreo, el espíritu zen que contemplándose a sí mismo en todos los espejos no puede entretenerse en detalles ni pragmatismos. Cuando Zidane dice cosas como «estamos al límite, pero sabemos sufrir», «pasamos momentos complicados, pero podemos estar orgullosos», «todos juntos hasta el final», «las presiones externas no me afectan; tengo un escudo, nada puede molestarme», lo veo a Él en cuerpazo y alma. Sí, ya sé que se empieza así y se termina como Echenique, que cada vez que habla parece ver el avance de las fuerzas fascistas en el frente del Ebro y organiza el contraataque a bayoneta calada. Qué le vamos a hacer. ¿Y si fuera Iván Redondo el ventrílocuo de los dos? Tiene dicho el asesor monclovita: «En torno a mi persona hay más ficción que realidad». Acabáramos. O sea, que lo suyo se ubica más bien en el infrarrealismo de Bolaño, emparentado con el surrealismo y el dadaísmo, y también con el Movimiento Pánico y la Patafísica de Arrabal que se explica y no se explica entre el absurdo y el humor de Alicia en el País de las Maravillas.
Ahora todo está más claro, aunque alguien podría interpretar que lo que quiso decir es que hay mucho cuento en torno a su persona. Las leyendas configuran los mitos. La fantasía peligrosa de los asesores ventrílocuos es que acaban viendo a todos como muñecos. No creo que Zidane se deje.
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