Crónica
Oh, Sánchez también tiene la calculadora del amor a España
Hay muchas calculadoras del amor, muchos test y juegos para conocer la compatibilidad con la pareja. Nada serio, claro. Pero de repente Él irrumpe en la campaña con el Nuevo Termómetro del Amor en la mano capaz de medir todas las fiebres patrióticas: «El PP solo ama a España si ellos están en el Gobierno». El asunto se pone serio. Nos descubre que además de poseer el control de los muertos por el coronavirus, las vacunas, las olas de contagios, los fondos europeos, el paro, la deuda nacional y la Novísima Normalidad que nos espera, también posee la calculadora del amor, algo a lo quizá era ajena Begoña Gómez y, por supuesto, las cuatro vicepresidentas. Y Pablo Iglesias, claro. Desconocemos aún si usa los cálculos de Google o la del Tarot, incluso si el aparato es un generoso regalo de Tezanos. En todo caso, su termómetro mágico únicamente es comparable a la varita de Harry Potter. ¿Es posible cuantificar el amor? Muchos creen que no: sus reglas no son de este mundo. Pero sucede que Él no es de este mundo, Él es un Objeto Volante No Identificado que fluctúa entre los agujeros negros y el Gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas, que posee la capacidad de desaparecer y dejarnos solo su amplia y seductora sonrisa.
El amor, según algunos filósofos clásicos, es la idea en sí de lo bello, el reflejo de la belleza absoluta. ¿Y quién puede competir con Él en lo bello? ¿Quién en el amor a España que le han inspirado Bildu y ERC? Además, quizá haya leído uno de los dos catecismos que escribió Ángel Gabilondo cuando era hermano corazonista, el titulado «Enséñanos a amar, catecismo del Sagrado Corazón». Puede que ahí haya encontrado algunas claves. Tanto ama el hermano Gabilondo que incluso llega a apoyar el programa de su adversaria Ayuso cuando se declara partidario de no cerrar los bares y no subir los impuestos, o sea, cuando promete todo lo que ya ha hecho la presidenta. Ah, el amor. Quien no lo tiene, se consuela como puede, pero no todas con el Satisfyer: la baronesa Thyssen duerme con sus cinco perritas. Baudelaire decía que el amor es la necesidad de salir de uno mismo. Pedro está que se sale.
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