Docuserie
Rocío Carrasco no es Caperucita ni Fidel Albiac es el Lobo Feroz
En el directo vimos a una Rocío crecida por el apoyo recibido que destrozó en el minuto uno a su hija Rocío y esquivó las preguntas incómodas refugiándose en su papel de víctima de malos tratos. La intervención de su marido por videoconferencia, tan desaprovechada como carente de interés, desmonta el mito de que es él quién mece la cuna.
Llegó vestida con un traje de chaqueta azul pavo y subida a unos tacones de vértigo, caminando decidida pero “con nervios” y sin poder contener las lágrimas al pisar el escenario de su resurrección. Al son de una canción de su madre, interpretada en directo por Blas Cantó, que ha adquirido enorme simbolismo: “Como las alas al viento”. Saludó, siguiendo el protocolo anti Covid, a una Carlota Corredera, emocionada, y a un Jorge Javier Vázquez que se mostró más contenido y en absoluto crítico.
Rocío no defraudó ni a sus acérrimos defensores, que la han erigido en el rostro más visible de las víctimas de violencia de género, ni a sus detractores, a los que no convence con su papel como mujer maltratada. Mantuvo el mismo discurso de las seis semanas anteriores, cargando contra un ser diabólico y manipulador, al que considera el germen y origen de todos los problemas que ha tenido en los últimos veinte años: Antonio David Flores. No lo tenían fácil los pocos que la cuestionaron anoche ya que, cualquier pregunta incómoda o crítica hacia ella se gira a la cuestión de género y a un manido “volvemos a lo mismo”, atacamos a las víctimas y no a los verdugos.
Rocío Carrasco: “Mi hija no dejó de pegarme hasta que me quedé inconsciente”
No se anduvieron con rodeos y le pusieron el vídeo en el que Rocío Flores, su primogénita, hacia un llamamiento desesperado y público a su madre, para zanjar sus problemas con ella. Vio a su hija suplicarle que atendiera sus llamadas sin emoción, sin lágrimas y con la cabeza baja. “Cuando veo la llamada de mi hija siento miedo, inseguridad, siento todo lo que no quiero volver a sentir. No quiero volver a sentir pánico cuando suene el timbre de mi casa al llegar los niños o vómitos cuando llega el lunes “ dice Rocío Carrasco tras escuchar a su hija. Sorprende su frialdad aunque reconoce que “a una hija no se la deja de querer nunca.”
Tras asegurar que “junto a los responsables de la docuseriehemos decido omitir detalles” del episodio de violencia que sufrió a manos de su hija, llegó a asegurar que “me pegó una paliza y estuve todo el día en observación en el hospital por un traumatismo craneoencefálico”. “Ella sólo dejó de pegarme cuando me tiró al suelo y me quedé inconsciente. Se asustó y se fue”-dijo Carrasco rememorando el suceso que la distanció definitivamente de la “superviviente”. También aseguró que tras publicarse esta información en Vanitatis, “levanté el teléfono para que otros medios no se hicieran eco” y que sí cuenta lo que ocurrió con su hija, es porque si no no se entendería el tipo de persona que es Antonio David.
Rocío Carrasco asegura no estar preparada para hablar con su hija y cree que tampoco lo está su hija, y justifica no atender las llamadas de su primogénita por recomendación de sus terapeutas. “Si lo hiciera sería volver a la casilla de salida, y por eso, no lo hago” ha asegurado la hija de la Jurado. Pero estos argumentos médicos no encajan con que, año y medio después de su intento de suicidio, esos mismos terapeutas no tengan inconveniente en que se exponga su intimidad en un plató en el que tendrá que revivir no solo su alejamiento de sus hijos, sino todos los episodios más dolorosos de su vida. ¿No está preparada Rocío Carrasco para hablar con sus hijos en privado y tratar de recuperar su relación y si lo está para abrirse en canal en público?.
Fidel Albiac no puede ser el ideólogo del docudrama de Rocío Carrasco
La intervención de Fidel Albiac, al que las Campos llaman “el mudito” por su reticencia a hablar en público, era una de las “sorpresas” que el programa tenía reservadas a Rocío Carrasco en su noche estelar. Pero la entrada de Fidel Albiac, además de desprestigiar a María Patiño por “mentir sobre su vida”, no ha tenido mayor trascendencia. Resulta imposible sacar un titular interesante de la intervención del sevillano. La discusión entre Fidel y María, a la que se ha sumado Rocío Carrasco, ha dejado en nada las expectativas del programa de exprimir la insólita presencia del marido de la protagonista en plató. El intento del resto de colaboradores de arrancarle alguna confidencia, ha sido en vano. Tras su bautismo en el programa que algunas fuentes aseguraban que había negociado y dirigido en la sombra, me queda claro que él no es el ideólogo del “docudrama”. Rocío no será Caperucita pero tampoco él , es el Lobo Feroz y, desde luego, no es quién maneja los hilos que mueven a su esposa. Rocío no necesita a nadie.
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