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Banderas pagará parte de su gala en Marbella

El actor en la presentación en Madrid
El actor en la presentación en Madridlarazon

Antonio Banderas impartió una lección magistral de comportamiento en su reaparición madrileña. Qué diferencia con la postura, siempre rechazadora, de Javier Bardem, que, aunque es amigo de él, no le llega ni a la suela de los zapatos. Supongo que será el resultado de una buena educación. Yo no dejé de preguntarle por cómo está doña Ana, esa madre entrañable y risueña que tiene, que tanto animó nuestros veranos en Marbella cuando aquello era un paraíso terrenal con califa incluido. A Gil y Gil sólo le faltaba el narguile para rematar la semejanza con sus amigos los jeques del otro lado del Estrecho que acabo de cruzar –14 kilómetros nos separan– para ir y volverme de un Tánger que no parece decaído y que ya no cuenta con el favor real. Primero le dieron un empujón revitalizador, asfaltaron el paseo principal de la antigua Avenida de España, pero me entristecí viendo casas derruidas y hasta un palacete con jardines rodeándolo. Pierden identidad, aquel aire de misteriosa ciudad colonial superior a Casablanca, tan «art-decó». Pero las huellas españolas aún perviven en las personas mayores que mantienen nuestro idioma gracias a que continúan viendo nuestra televisión. Aunque no entienden –son muy tradicionales en sus familias– ciertas dispersiones como las de los Mohedano, Benito o Pantoja.

Banderas encarna lo que en Cataluña se conoce como «seny», de sentido común, por eso no entró al trapo en la presentación madrileña de «Starlite», la gran gala de la Costa del Sol en la que el representante de la marca España aprovechó para mostrar todo su apoyo a la ciudad de Marbella, la cual se ha visto ensuciada por los «malayos» que parecen nunca acabar.

Cuando le pregunté por su madre, me contestó que «sigue en su piso, en silla de ruedas y sin apenas salir, pero llena de vida». Lo hizo sin quitarse la gorra porque prometió «al director de su última película que no daría pistas sobre mi personaje en ''Autómatas''». Es una de ciencia ficción a la europea que acaba de terminar de rodar en Sofía. Una gran noche de fiesta animada por Alejandro Sanz, Antonio y Sara Baras, seguidos por Marta Sánchez, que está muy feliz por su relación con Dani Terán, un decorador poco al uso.

«Quiero darle un giro a la gala. Acercarla al pueblo y alargarla a un par de días», me afirmó el malagueño, y eso que ya han pasado cuatro años desde aquella primera piedra en el Villapadierna, el hotel que alojó fugazmente a Michelle Obama con su equipaje repleto de tules amarillos blisados en el palacio de Marivent ante los Reyes. Entonces Palma se mantenía como fija en el verano de los Soberanos, este año aún está por ver, aunque temen lo peor. Apenas se dejarán divisar y el Rey quizá falle, tal y como me anticipan, mientras Banderas subrayó su intención de que la fiesta salga a la calle. Falló al acto la alcaldesa Ángeles Muñoz, siempre ausente cuando hay que promocionar su feudo, e hizo añorar a Gil o a Julián Muñoz, que eran mucho más promocionadores.