
Inquietud
Preocupación por la salud del rey Carlos. ¿Cómo está realmente?
Los signos de fragilidad del monarca son cada vez más visibles, pero no hay actualización de su estado

Las últimas imágenes del rey Carlos III han despertado una profunda preocupación en la prensa y en el pueblo británico. Su esfuerzo por transmitir una imagen de fortaleza y buen ánimo son dignos de elogios, pero sus movimientos, con un caminar cada vez más pausado y cabizbajo, generan inquietud.

Recibió el diagnóstico de cáncer a principios de 2024 y, desde entonces, el monarca está sometiéndose a un tratamiento del que nunca se han ofrecido demasiados detalles, como tampoco se ha explicado su tipo de tumor. El Palacio de Buckingham confirmó la enfermedad, sin publicar más información. Salvo momentos puntuales, no ha dejado de cumplir sus funciones institucionales y de asistir a actos públicos, lo que permite observar la evolución de su estado y confirmar que sus signos de debilidad y fragilidad son cada vez más visibles. En una de sus apariciones más recientes, su expresión “Sigo vivo” abrió aún más interrogantes.
A pesar de la evidencia, la Casa Real no ha vuelto a actualizar su estado de salud, generando mayor desasosiego colectivo entre los asesores, analistas y los ciudadanos, en general. En los actos por el 80º aniversario de la liberación de Auschwitz no pasó desapercibido su rostro exhausto y sus ojos enrojecidos. La prensa británica especula con la idea de que el motivo de su hermetismo podría ser la necesidad de ofrecer una imagen consolidada de la monarquía y de confianza en su futuro, pero la falta de información podría generar el efecto contrario.

Su heredero, el príncipe William, ha ido asumiendo gradualmente mayor peso. La enfermedad de Kate Middleton le ha favorecido en cuanto al aprecio de los ciudadanos, pero no es suficiente para trasladar al país el mensaje de tranquilidad y estabilidad que necesita. Las encuestas recientes indican que la popularidad de la monarquía ha fluctuado, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Aunque la Familia Real todavía goza de un apoyo significativo, un porcentaje se pregunta si es necesario que la monarquía sobreviva en un mundo moderno.
Progresivamente, a veces de manera casi imperceptible, el rey ha reducido sus actividades y viajes. También sus rutinas diarias priorizan su descanso. Podrían ser ajustes lógicos de la edad, pero aun siendo así es inevitable la comparación con la salud de hierro de su madre, Isabel II, hasta los últimos días de vida.
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