Opinión
El diario de Amilibia: Pero que nos quiten lo bailao, Lola
“No tengo nada en contra del arrebato erótico-festivo hasta el delirio, mas cuando se trata de un cuerpo (el de Lola) que es un bien del Estado, se impone cierta responsable moderación”
«Renuncio porque tengo el cuerpo roto», dijo Dolores Delgado y «El País» llevó la frase al altar de la primera página. Visto el titular así, a palo seco, sin entrar en detalles, mi kiosquero Manolo y yo saltamos al unísono: «Jo, con Baltasar Garzón», y nos mostramos de acuerdo en que debería refrenar su pasión. No digo yo (ni Manolo) que ella no merezca tal frenesí, todos los ardores del mundo, pues siempre me pareció mujer jugosa y frutal, pero quizá él ha estado a punto de amonestación por Irene Montero: una cosa es el juego amoroso y otra muy otra el abuso que conduce al estropicio de los cuerpos. No tengo nada en contra del arrebato erótico-festivo hasta el delirio, mas cuando se trata de un cuerpo (el de Lola) que es un bien del Estado, se impone cierta responsable moderación.
Desconozco si Villarejo estaba al tanto del asunto. Quizá un día de estos salga con una grabación al estilo de «Je t’aime moi non plus», de Serge Gainsbourg y Jane Birkin. Aunque la ex fiscal general es mujer experimentada, a veces conviene escuchar a los jóvenes. Cristina Pedroche, inventora de la posición kamasútrica «La cucharita», tiene dicho que también usa el sexo como medicamento, incluso contra el constipado. «Si estás congestionado y tienes una buena relación sexual, se te queda todo limpio, despejado, respiras mejor», explicó en su día, rematando: «Es mucho mejor tener sexo que el Vicks Vaporub». Esta chica merece un puesto de asesora en el equipo de Carolina Darias.
Lola y Baltasar pueden sonreír hoy con lo que cuenta Ana Milán: «Mi vida sexual es como la Coca-cola: antes era normal, luego light y ahora zero». Pero que nos quiten lo bailao, ¿no?
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