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Los sábados de Lomana: De vuelta al Madrid «tabernario»

“El príncipe Carlos también sufrió mucho con Diana de Gales, pero eso nadie lo reconoce”

Carmen Lomana en su cuenta de Instagram.
Carmen Lomana en su cuenta de Instagram.@carmen_lomana

Ya estoy de vuelta en este Madrid «tabernario» que tanto me gusta. Este calificativo hacia los madrileños lo soltó el PSOE en plena campaña de las autonómicas con intención de insultarnos y hacernos de menos, sin darse cuenta de que es maravilloso disfrutar de bares y pinchos, de sentarnos en las terrazas para tomar unas Mahou, que es también muy madrileña, y charlar con amigos mientras sentimos el fresquito del atardecer. Ayer, mi primer día de curso, tenía que hacer «mil gestiones» a eso de la una del mediodía. Estaba cansada y entré en un bar de mi barrio, Chamberí. Cuando vi la barra pensé: qué alegría tan grande volver a casa. Había unas tortillas de patata para quitar el sentido, también «patatas bravas», un poco picantes como a mí me gustan, ensaladilla rusa y ¡cómo no!: churros con chocolate. Como ya se había pasado la hora de los churros, pedí un pincho de tortilla de patata con chorizo, y una caña, lo del pincho es un decir porque era tan grande que no pude ni terminarlo. ¡Qué suerte vivir en un país y una ciudad en la que puedes disfrutar de un aperitivo tan rico charlando con otros «tabernarios simpáticos, comentando el verano, la política, criticando a Sánchez, que es una forma de desahogarse de tantas mentiras y cuentos que tenemos que escuchar cada día. Para terminar diciendo alguno: «Son todos iguales», pero aquí no estaba yo de acuerdo, hay una pequeña diferencia. diferencia. Sánchez tiene descolocado y harto a sus propios compañeros de partido, por tanta improvisación. Cuestionan que les dé directrices para atacar continuamente a Feijóo, para después copiar las rebajas fiscales aconsejadas por el presidente del PP sin tener un proyecto propio. Sea como sea siempre se agradece la admiración de Sánchez a Feijóo siguiendo los consejos de este último, bajando del 21 al 5% el IVA del gas. Aunque sea usando los ingresos extras de la inflación.

Esta semana también hemos celebrado el aniversario por los 25 años de la muerte de la pobre Lady Diana Spencer, en accidente por las calles de París. Fue una muerte trágica, pero con cierto glamour. Diana salía del Hotel Ritz para ir a pasar la noche en el precioso palacete que había sido residencia de los Duques de Winsor comprado por el padre de Dodi Al-Fayed. Es una conjunción de casualidades y mala suerte. Aunque siempre he pensado que esas muertes no fueron casualidad. Lady Di era una mujer complicada, bulímica, muy caprichosa y bastante histérica, esto no debería decirlo porque la gente sedienta de mitos la ha subido a los altares y se volverá contra mí. Nunca el príncipe Carlos y ella fueron capaces de ser felices. Eran dos personas muy diferentes. Él también sufrió mucho, pero eso nadie quiere reconocerlo. Cuando Carlos de Inglaterra, durante el viaje de novios, se dio cuenta de los problemas de alimentación y psicológicos de su mujer, comentó con unas amigas, entre ellas Camila: «Nunca me imaginé con quién me había casado». Estaba desolado. Conocí en Londres a una de esas amigas que tenía una preciosa tienda de ropa en la calle más «cool» en esa época de mi vida londinense, Beauchamp Place. Ella me contó muchas cosas. La pobre Lady Kanga

Tryon’s que ya ha fallecido. También se acerca el 50 cumpleaños de la Reina Letizia. Muchos medios me han llamado para que dé mi opinión sobre ella en una palabra. Imposible. Porque Letizia es impredecible. Cuando intento pensar que está intentando hacer lo mejor que puede su papel de Reina consorte, me descoloca con actuaciones desafiantes y absurdas como no querer santiguarse el día de Santiago de Compostela durante la misa en la Catedral. Lo hizo como es lógico el Rey, lo hicieron las niñas con poca convinción mientras miraban a su padre para santiguarse bien... Pero ella no, ella ni se inmutó. Se puede ser atea pero, por educación, protocolo y empatía, representando a la primera institución del país, debió hacerlo. Por esto y muchas cosas más me resulta difícil definirla. Es una mujer con indudable fuerza de voluntad, perseverancia, afán de perfeccionismo, obsesionada con la salud, la alimentación y su físico. Espero que algún día tome también conciencia de lo que significa ser Reina y madre de la Princesa de Asturias. Feliz «rentrée».