Entrevista

Javier Gurruchaga: “Putin es una copia de Hitler”

El polifacético vasco lanza un nuevo disco «No dispares más», centrado en todos los conflictos, pero sobre todo en Ucrania

Javier Gurruchaga
Javier GurruchagaEUROPA PRESSEUROPA PRESS

La canción «No dispares más», última aportación al mercado discográfico de Javier Gurruchaga y la Orquesta Mondragón, es una protesta contra todos los conflictos bélicos y, especialmente, el de Ucrania. Javier manifiesta que «es una llamada contra todas las guerras y el uso agresivo de las armas. En Ucrania se está masacrando a civiles, es una vergüenza mundial. Y nuestra canción supone un homenaje hacia los habitantes de ese país que tanto están sufriendo y muriendo. Son dos generaciones perdidas».

Hay un guiño en el tema a «Imagine», de John Lennon, un emblema del pacifismo que ahora cumple sesenta años.

Siempre he sido antiviolencia, sea del tipo que sea, y antiterrorismo. Me siento muy solidario con los ucranianos. «Imagine» define muy bien mis sentimientos.

Gurruchaga es muy crítico con Vladimir Putin, el presidente ruso...

Es una copia del Hitler de la Segunda Guerra Mundial, un dictador y un cínico, tan cruel que no tiene límites.

En usted encontramos una dualidad, la del cantante sin prejuicios y provocador y la del hombre sereno y tranquilo en su vida privada…

En la intimidad soy tímido y muy sensible. Pero paso del doctor Jekyll a Mister Hyde con mucha facilidad. Me transformo. Es una constante en mi vida.

La pandemia afectó a todos lo artistas...

Han sido dos años muy duros, lo hemos pasado mal, pero ya estamos volviendo a la normalidad, a tener conciertos y a mirar el futuro con ilusión.

Es un hombre muy fetichista.

Siempre lo he sido, de las gafas, los trenes eléctricos, recuerde que mi padre fue ferroviario y de ahí me viene la afición, y los libros de Gulliver.

¿Por qué Gulliver?

Desde que era un chaval me gustó ese cuento surrealista de «Los viajes de Gulliver», me asombra el personaje, el contraste de los tamaños, las escalas, las dimensiones, es un ser muy especial.

En su gira de este año faltará alguien muy especial, su gran amigo, Popocho.

Le echo muchísimo de menos, falleció en octubre del 2020, en plena pandemia, de un infarto. Era un ser extraordinario, una bellísima persona, un gran artista… una pérdida irreparable para todos. En nuestra orquesta nos acordamos muchísimo de Popocho. Era una pieza clave en el grupo. Le echamos mucho de menos. Una gran pérdida.

El enanismo le impactó de pequeño.

Me interesa desde que, siendo un niño, mi padre me llevó a ver el espectáculo del bombero torero y su «troupe» de enanos, es que me fascinaban. Me encantaban.

¿Qué instante de su existencia le ha marcado más?

Uno muy duro, la muerte de mi madre. Estábamos muy unidos, ha pasado ya tiempo y un adiós así no se olvida en la vida. Cuando murió caí en una depresión, me costaba creer que ya no la vería más. Te vas dando cuenta de que se marchan los seres queridos y empiezas a encontrarte solo. Mi madre era muy especial.

¿Ahora tiene pareja que le consuele en los malos ratos?

De esas cosas no hablo. Cuido mucho mi vida privada, no soy de desvelar mis amores ni mis sentimientos.

Al margen del plano discográfico, Javier está inmerso en un espectáculo, «Historias extraordinarias», que combina textos de Edgar Allan Poe con canciones de la misma Orquesta Mondragón. También interviene en uno de los capítulos de la nueva serie «Historias para no dormir», una especie de reminiscencia de la que dirigió el gran Chicho Ibáñez Serrador

Sí, en el que dirige Nacho Vigalondo, que se titula «La alarma» y tiene mucha tensión. Es estupendo.

¿Y cuál es su personaje?

Soy un abuelo muy extraño que resulta ser una especie de marciano. También intervengo en la película «Amarillo», que rueda en Benidorm Eduardo Álvarez. Estoy lleno de proyectos…

Hay que remontarse al 1976 para situar el inicio de la Orquesta Mondragón. En febrero cumplirá usted sesenta y cinco años. ¿No se le pasa por la cabeza tomarse un respiro?

Mientras tenga salud y ganas seguiré trabajando, ni se me ocurre la idea de jubilarme, porque no sabría estar en casa sin hacer nada. Soy un hombre demasiado inquieto.