Opinión
Ana Obregón reza en Instagram
La actriz implora plegarias 2.0 a quien se mete con ella y con el deseo póstumo de su hijo Aless
Cómo es la modernidad, señores. Antes uno, de querer comunicarse con sus difuntos, ya fuera para honrarles, recordarles o rogarles, les encendía una vela, les rezaba un algo u organizaba una buena sesión de ouija. Dependiendo de sus preferencias y creencias. Ahora tenemos Instagram, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido: álbum de viaje, exposición gastronómica, catálogo de moda, inventario de lecturas o ermita portátil. A la Obregón pongo por testigo de esto último. Por testigo y por ejemplo: en lugar de mediante oración elevada en voz baja, palmitas juntas, Ana se encomienda en las redes sociales al hijo finado, y recientemente reproducido por poderes, para implorar el perdón de los que han juzgado (desde la infalibilidad moral del que siempre tiene razón) sus actos.
Se olvida la actriz y bióloga de que los incansables activistas del opinar apresurado no quieren su perdón sino su cabeza. Porque a la plegaria dos punto cero de ella le sigue inmediatamente la reacción visceral de las viejas del visillo cibernéticas. Las mismas que se cruzaban antaño la toquilla sobre el entreteto y susurraban entre codazos los «fíjate que poca vergüenza» y los «ahí anda esa fresca», son hogaño las que teclean desacomplejadamente, bajo la foto de una criatura inocente, los «te has comprado una niña» y los «estás muy loca». De tan modernos que nos hemos puesto acabamos haciendo lo mismo pero en el ciberespacio.
De todos modos, en esto, yo estoy con la Obregón a topísimo: si quiere utilizar Instagram como su modo de establecer contacto con el Más Allá, estupendo. Otros llevan en el bolsillo, y en formato dispositivo móvil, la teletienda, a los amigos e incluso el porno. ¿Por qué no va a llevar ella un relicario? Tampoco es de extrañar que necesite alivio con la que le está cayendo. Y así funcionan, me imagino, los casi 250.000 likes que acumula la publicación. Porque en este entierro, con perdón, tiene vela todo cristo, con perdón: desde los protoinquisidores turras con vocación de legisladores a los groupies entregadísimos de las loas y los oles, pasando por los mirones aburridos y las plumillas con columna. Habrá que reconocerle algún día a la Obregón, no ya ser una adelantada a su tiempo como ella se autodefinía, sino haber llevado a la conversación pública tantos dilemas morales en solo un par de semanas. Para que luego digan que esto del cuore es frívolo y superficial.
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