Visionarios

Antonio Espinosa de los Monteros, el Elon Musk de la familia

El 7 de octubre protagonizará las portadas del «cuore» por su boda con Clotilde, hija de José Manuel Entrecanales, consuegro de Bertín Osborne

Antonio Espinosa de los Monteros.
Antonio Espinosa de los Monteros. Cedida

De este joven emprendedor de ojos claros cabe esperar que invente un coche volador o que revise las proporciones ideales del cuerpo humano que dibujó Da Vinci mientras nos deleita con un poema. Tiene esa capacidad que describió Schopenhauer al hablar de genialidad de dar en un blanco que ni siquiera otros pueden ver. Es extremadamente reservado, a pesar de su linaje, que le emparienta con su primo Iván Espinosa de los Monteros, y a pesar de que en unas semanas congregará en la iglesia madrileña de las Calatravas a algunas de las familias más célebres y adineradas de la sociedad española. El motivo será su enlace, el 7 de octubre, con Clotilde, hija de José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona y, por tanto, consuegro de Bertín Osborne.

Para él, sin embargo, todo esto no tiene nada de particular. Lo extraordinario, y lo que llama también nuestra atención de Antonio Espinosa de los Monteros, es un cerebro que luce diferente al de cualquier persona de inteligencia normal o incluso superior. Cofundó Auara, una empresa social que embotella agua mineral en un envase 100% reciclado y reciclable, y destina todos sus beneficios a desarrollar proyectos de acceso a agua potable para quienes más lo necesitan. Ha presentado también Liux, un coche eléctrico ultraligero fabricado principalmente con materiales vegetales, como la fibra de carbono y la resina. Con él da un salto en el tiempo en sostenibilidad.

¿Idealista? Tiene un socio que se apellida Sancho, pero en él no hay nada quijotesco. Sabe bien cómo hacer para que sus hemisferios izquierdo, más analítico, y derecho, más artístico, alumbren ideas geniales. Gracias a los pozos, tanques de agua, letrinas y otras infraestructuras que ha instalado con los dividendos de Auara, 102.738 personas tienen acceso a agua potable en 22 países de África, Asia y América Central. Y es solo un ejemplo.

Podríamos decir, y nos advierte que no seríamos los primeros, que es nuestro Elon Musk patrio, más por su don de visionario que por la excéntrica personalidad del magnate sudafricano. «Fue una exageración de un periodista que me tiene cariño (y yo a él)», explica a LA RAZÓN. Costaría identificar en Espinosa de los Monteros cualquiera de los rasgos obsesivos, impulsivos, inestables, soberbios y narcisistas de los que hace gala Musk. Lo tiene claro: «El éxito es peligroso para el ego, porque puedes caer en la falsa correlación de que si tú haces cosas y las cosas salen bien significa que eres el amo. Y entonces olvidas que, en gran medida, tus virtudes y tus capacidades no son tuyas, que son regalos que te han sido dadas, y que sirven para ponerlas al servicio de la gente, no para engrandecerte tú».

Evolución humana

Lo que sí le une al magnate es su afán de contribuir a la evolución de la humanidad, el optimismo y su visión audaz para el futuro. Es creativo e, igual que él, capaz de innovar en sectores dispares. Sin embargo, parece lejos de sacar los pies del tiesto, aunque sea todo un reto no caer en esta trampa cuando llega el éxito. «Las personas inteligentes –dice– saben cuál es su lugar. Volverte un narcisista en realidad es una muestra de falta de inteligencia». Su rasgo definitorio es la curiosidad. Estudió Arquitectura y durante la carrera ya se implicó en proyectos de cooperación en diferentes países. En un hospital etíope observó que la mayoría de los ingresos se debían al agua contaminada. Vio desnutrición infantil, enfermedades estomacales, diarreas mortales y heridas que se infectaban por el uso de agua sucia. Ahí encontró una manera de generar impacto a través del agua y en septiembre de 2016 ya vendió su primera botella. Otro viaje decisivo fue a Perú, junto a un misionero sevillano, para construir un colegio. Su idea era aprender la parte técnica, pero la experiencia resultó determinante desde el punto de vista humano y espiritual.

No son, por tanto, las personalidades excéntricas de Musk u otros multimillonarios las que le han inspirado, sino cualidades de otros emprendedores que ha tenido más cerca. «He tenido la suerte de conocer a muchas personas increíbles de las que aprender, a las que imitar. He encontrado que a las que más admiro, normalmente las más felices, son gente que vive tratando de hacer que la vida del prójimo sea mejor. Así que, egoístamente, decidí que yo quería ser tan feliz como esa gente. Los proyectos en los que me he metido buscan esto, aportar valor. Me considero un privilegiado».

Puede que su inminente matrimonio le ponga en el foco mediático, pero mantendrá intacta la gracia de caminar sin hacer ruido. «La humildad, la perseverancia o la generosidad son virtudes que admiro y trato de cultivar. Ah, y la gratitud. Hoy en día creo que vivir agradecido es un súper poder. Veo cada vez más victimismo en el mundo, cuando hay menos motivos que nunca para sentirse víctima», aclara.

Con su apellido, Espinosa de los Monteros, es inevitable preguntarle por su implicación en la política: «Me interesa mucho como mecanismo fundamental para que la sociedad mejore, pero por desgracia creo que el sistema que tenemos no fomenta esto ni impulsa a quienes buscan el bien común a destacar en las estructuras de los partidos. La gente que me gustaría que dirigiera el país no querría entrar en política, ni el sistema que tenemos les dejaría entrar».