Entrevista
Carlos Martínez: «Cultivar bonsáis me produce extrema felicidad»
Horas antes de recoger el premio Constantino Romero, el presentador nos habla de su faceta de padre y de Vinicius
Leva 34 años en la cima. Un número que da vértigo. Incluso a él. «Cuando uno se pone enfrente de esa cifra, me da la sensación de que quedamos Jordi Hurtado y yo. Dicho esto, me veo con las mismas energías. Soy un libro por abrir. Además, la salud aguanta. Acabo de cumplir 60 y voy a esquiar, bucear, escalar o cualquier cosa que me apetezca». A Carlos Martinez (Madrid, 1964) a ilusión no le gana nadie. Si acaso, le empatan. Y como sigue narrando cada partido de Champions League o de la Liga EA Sports en Movistar Plus+ como si no hubiera mañana, en el FestVal de Vitoria le entregan esta noche el Premio Constantino Romero a toda una carrera. La suya no se puede explicar sin Michael Robinson, su innovidable compañero de viaje y de vida.
Carlos, cuando se acuerda de Michael Robinson, ¿qué le cuenta como si le pudiera escuchar?
Me acuerdo de enseñanzas suyas con las que intento pilotar mi vida, de ese vitalismo tan particular de Michael. Cuando supo que no iba superar su enfermedad me dijo «el cáncer me va a matar pero no me va a matar todos los días». Así que cuando un día se tuerce, pongo en marcha esa lección.
Mientras unos le llaman la voz del fútbol, usted dice que «solo pega gritos los domingos y que eso no arregla el país». ¿La vida sin ego es una vida mejor?
Es que mi profesión es decir quién lleva una pelota en un campo de fútbol, no soluciona nada en la sociedad. Los periodistas de este país tenemos demasiada notoriedad, cuando hay gente que cuida de nosotros, que mantiene el orden, que hace que las cosas funcionen. Lo nuestro solo es entretenimiento.
Hoy recoge el Premio Constantino Romero, que reconoce su carrera. ¿Ha llegado dónde quería?
Bastante más allá de donde podía imaginar. Narrar la final de Mundial con España y ganarla no estaba en el horizonte de nadie de nuestra generación.
En la tertulia de «El día después», con Álvaro Benito, Maldini o Mateu Lahoz, cualquier análisis desemboca en buen rollo. ¿Y cuándo el ojo no les ve?
También. Álvaro ha ocupado una posición muy especial que era la de Michael, Maldini y yo somos casi hermanos y Mateu es un pedazo de pan con patas. No hay nada de pose.
El periodismo en el que es referente implica muchos viajes y fines de semana. ¿Le siguen invitando a bodas, bautizos y comuniones o le han dado por perdido?
Se me ha pasado la edad de que me inviten, pero es verdad que esto lleva sacrificio. Familiarmente se paga un peaje. Me pierdo muchas quedadas de viejos amigos.
«En mi casa no había mucho dinero pero había libros». ¿Es de los que da la matraca en la suya con esa infancia humilde en el barrio de San Blas?
Mis hijos saben el barrio en el que me he criado y he intentado que en su educación sintieran cuál es el valor de las cosas y una mínima cultura del esfuerzo, tengo la sensación de que lo he hecho bien.
¿Le preocupa el mundo que les estamos dejando a nuestros hijos o prefiere ocuparse en mejorarlo?
Ahora los padres estamos muy preocupados por las tecnologías, las tabletas, es evidente que modifican comportamientos, pero tenemos un mundo mejor, más cómodo y con el conocimiento más accesible.
Vinicius ha cuestionado que seamos sede en 2030 por los incidentes racistas que ha sufrido y se ha liado la mundial. Usted, respecto al racismo nunca se ha puesto de perfil….
No estoy seguro que haya cuestionado que tengamos o no el Mundial, parece que dice que somos un país con comportamiento racista. Sea como fuera, el racismo es un tema tan feo que es mejor que se peque por exceso que por defecto, prefiero que meta la pata exagerando que al revés. Lo que tiene razón Vinicius es que llevamos décadas permitiendo que en el fútbol aniden comportamientos inadmisibles. Hemos entendido como normal gritar barbaridades al lado de niños o el insulto como comportamiento deportivo.
En su ocio, cultiva bonsáis, como el ex presidente Felipe González. ¿Qué efectos secundarios le produce?
Cultivar bonsáis me produce extrema felicidad, te enseña muchas cosas: la paciencia, el paso del tiempo y lo importante que es ser constante.
El gol de Iniesta es su momento impagable de la profesión. En lo personal, ¿qué instantes tatuaron una alegría similar?
La verdad es que ninguno. Ese día tuve la sensación de culminación absoluta, porque me pasé el campeonato pensando que íbamos a ganar el Mundial.
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