Opinión

Iñigo Onieva siempre se sale con la suya

El empresario se ha convertido en el marqués de Griñón al contraer matrimonio con Tamara Falcó

Iñigo Onieva during prewedding of Tamara Falco and Iñigo Onieva in Madrid on Friday, 7 July 2023.
Iñigo Onieva during prewedding of Tamara Falco and Iñigo Onieva in Madrid on Friday, 7 July 2023.GtresGtres

Iñigo Onieva es el paradigma perfecto de producto de las nuevas metodologías educativas, esas que nos convencen de que todos somos especiales, que si puedes desearlo puedes lograrlo y que un creativo es un niño que ha sobrevivido. El tío se lo ha creído, oye, y ahí lo tienes: no acepta un no por respuesta. Probablemente porque nunca le han dado uno y no sabe cómo se gestiona eso. Para él una negativa es una sugerencia de desistimiento, no un veto. Y, como sugerencia que es, pues él le salga de la gomina. Le adivino una baja tolerancia a la frustración, al pollo.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva (Redes sociales)
Tamara Falcó e Íñigo Onieva (Redes sociales)Instagram

Pero hay que reconocerle una constancia y un tesón que ya los quisiera yo para mí. Él ha dicho que se casa con Tamara Falcó y vamos si se casa. Que se ha casado. Aunque para ello haya tenido hasta que escribirle una carta manuscrita a la mismísima Isabel Preysler. Que si alguien sabe de romances, infidelidades y matrimonios es ella. Y de cartas. Parece que a Vargas Llosa lo dejó por carta. Que hay que tenerlos como Manolete para escribirle a Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, una carta. Me lo imagino sentado en el salón con el subrayador rojo apuntando ahí: anacoluto, falta tilde, falta la coma del vocativo, mayúscula tras punto y seguido, pleonasmo, solecismo. Y solo al terminar, cuando estaba a punto de remitirle las correcciones, se dice a sí mismo mientras se palmea la frente: «¡¡Que me ha dejado!!». Pero estábamos hablando de Onieva, que hasta una carta le ha escrito a la Preysler (la misma que le escribió a Vargas Llosa con el «ahí te quedas») para decirle, ni más ni menos, que lo siente mucho y que a partir de ahora se va a dedicar a hacer feliz a Tamara. Que le va a poner muchas ganas. Supongo que le habrá explicado que lo de ponerle los cuernos no fue más que un error, el vértigo y el temor ante el enamoramiento.

Y también que no hay que hacer caso a las señales divinas. Todo eso del robo de las joyas, de los problemas con el vestido, de que hasta la casulla de uno de los curas se prendiera fuego, en un último intento (in extremis) del Altísimo (o de algún subalterno, que no sé cómo funciona eso de las señales de la providencia), no fueron más que colorín. Cositas para contar a los nietos ante la chimenea en las Navidades futuras, cuando se reúnan con la familia a celebrar el amor eterno. Porque esto, si Onieva se empeña, es para siempre. Ya se pueden poner como quieran la Preysler, Tamara y, ya lo hemos visto, la mismísima Trinidad.