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La popularidad de Pablo Iglesias cae un 89% desde las europeas

La Razón
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Aunque su éxito en las redes es indudable, el líder de Podemos no ha podido mantener la expectación que generó tras su victoria electoral en las europeas de 2014. Su popularidad ha fluctuado bastante en estos meses y, con las elecciones autonómicas y locales a la vuelta de la esquina, mantener la imagen del secretario general se ha convertido ya en el objetivo de la formación para que los resultados de los comicios se aproximen a la intención de voto que reflejan las encuestas.

Sin embargo, a través de Google Trends (una herramienta con la que se puede cotejar el nivel de búsqueda de un determinado término durante un período concreto de tiempo) se puede comprobar cómo la popularidad de Iglesias ha caído en España un 89% desde que obtuvo su máximo en mayo de 2014.

Por su parte, Tania Sánchez, que alcanzó su techo en los días previos a las primarias de IU, ha caído un 76% en esta última semana, aunque confirma una tendencia a la baja en los últimos días, mientras que Iglesias mejora ligeramente sus datos. Lo curioso es que, por más que a ambos les moleste la etiqueta de «novios», parece que el motor de búsqueda confirma el interés de los ciudadanos por su noviazgo: en las búsquedas relacionadas con la diputada madrileña, «Pablo Iglesias» y «Pablo Iglesias novia» son algunos de los términos más buscados junto a su nombre.

De hecho, el nombre del líder de Podemos ha experimentado un significativo aumento, que Google Trends computa en un +350%. Su «compañero» tampoco se libra del estigma «cuore»: cuando se introduce su nombre en el buscador, son muchos los que fisgonean en busca de su pareja. De hecho, tanto «partido Pablo Iglesias, como «Pablo Iglesias Tania» aparecen como búsquedas en aumento con un crecimiento del 500%. Es decir, que la faceta profesional del diputado europeo genera casi tanta expectación e interés como su vida amorosa, no sólo para los medios, como se apunta desde algunos sectores, también para los ciudadanos, a la sazón, posibles votantes.

Parece que, al menos en el caso de esta carismática pareja, el discurso político se confunde con el sentimental. No es de extrañar que los asesores políticos no descuiden ni el más mínimo detalle en torno a la relación: está en juego la popularidad de sus líderes.