Filipinas
El «arte pobre» de la hija de Pitita Ridruejo
Cercana, alegre, tímida y tranquila. Claudia Stilianopoulus Ridruejo es una polifacética artista, pero es mucho más que eso. Hija de Pitita Ridruejo, una de las «socialités» más importantes de nuestro país, y del ex embajador de Filipinas, Mike Stilianopoulus, estuvo casada durante doce años con Juan Garaizábal Marsans, artista conceptual y ex marido de la bloguera María León. Fruto de su largo matrimonio nacieron sus dos hijas y Arte Declo, un proyecto artístico que ha sido punto de referencia para numerosos ministros como Pedro Solbes, Bibiana Aído, Eduardo Zaplana o Miguel Sebastián. «Declo» se ha convertido, desde entonces, en el seudónimo que usa para mantener el anonimato y para no olvidarse de sus raíces, porque su madre la llamaba «Cloclo» cuando era pequeña. El miércoles inauguró la exposición Art & Gastronomy en el restaurante madrileño Seis Ocho junto al marchante de arte Cristian Oliva-Vélez y la chef Begoña Fraire; una muestra que se podrá visitar hasta el 22 de febrero. «La idea es unir las dos facetas, la gastronómica y la artística, de forma que se pueda disfrutar de la pintura mientras se degusta la comida», afirma Claudia, que no sale de un proyecto sin meterse en otro. Los cuadros que allí se exponen son alegres, de colores llamativos y líneas sencillas: «Creo que mi arte es muy característico. Esta colección, protagonizada por lo que yo llamo la familia de Los Píos, está hecha a partir de material reciclado, como cajas y palés, y con ellos quiero transmitir la inocencia de los niños, su alegría y su sencillez. De hecho, creo que su fuerza está más en su tamaño que en cualquier otro elemento, porque los dibujos son bastante simples», cuenta la artista.
En la obra de Stilianopoulos se observan ecos del arte «povera»: ahí están su interés por la reutilización de materiales de desecho y su admiración y respeto por el medio ambiente. Pero, ante todo, su arte respira alegría y felicidad, algo que encanta a sus hijas: «A ellas les maravilla todo lo que pinto, y a veces me dicen: "¡Dibuja algo y nosotras lo coloreamos!". También son muy creativas». Y es que las pequeñas de la artista se cuelan a menudo en su estudio de la capital, curiosean y aprenden de ella. «Mi familia siempre me ha apoyado a la hora de desarrollarme como artista, y es algo que yo quiero fomentar en ellas también», cuenta Stilianopulus, menor de tres hermanos. Y es que los cuadros de su padre son famosos por su realismo, como también lo son sus muebles (muchos de los que adornan su palacete barroco los hizo el propio diplomático), la pintura naif de Pitita o las sillas de época sobre suelos en damero plasmados en sus óleos.
Claudia ha completado su formación cosmopolita y una vida nómada desde la infancia con el aprendizaje de la talla de la carpintería y la forja. En los últimos años se ha volcado en otros proyectos del panorama artístico, como el dibujo, la escenografía, el vestuario escénico o el diseño vanguardista de muebles para espacios interiores y exteriores. Pero entre esculturas, cuadros, forjas, tallas y exposiciones, ¿queda tiempo para algo más? «Creo que es importante organizarse, pero cuando el arte forma parte de tu vida, no tienes por qué hacer distinciones. Quiero mirar más allá, compartir lo que hago. Por eso pienso en los niños, en aportar algo a la cultura, en mejorar las cosas». Ahora está pensando en desarrollar un proyecto benéfico: una exposición sobre el arte del toreo, del flamenco y de lo puramente español. «Llevo muchos años de trabajo, pero lo mío es la escultura de gran formato. Quiero colonizar espacios. Estoy trabajando en exteriores y miradores de piedra y bronce; es mi proyecto más ambicioso», relata la hija de la amiga de la reina de Inglaterra. Aunque sus padres, en su labor de embajadores, se han relacionado con algunas de las personas más importantes del mundo (entre otras anécdotas, ambos asistieron a la boda de Lady Di con el príncipe Carlos), ella ha huido siempre de la opulencia y la agitada vida social de sus padres, prefiriendo permanecer en casa antes que dejarse caer por un cóctel.
Creyente, pero no practicante
De su madre no sólo habla con cariño, sino también con infinito respeto. «Estoy feliz por el camino que ha tomado», dice sobre la militancia mariana de Pitita Ridruejo. La reina de la «jet-set» madrileña ha escrito varios libros sobre las apariciones de la Virgen, algo que Claudia encuentra fascinante, pero no comparte. «Todo lo que haga feliz a mi madre, me parece bien. Es una concepción distinta; yo no soy tan religiosa como ella –creo, pero no practico–, pero la apoyo absolutamente en todo lo que hace». Por ello, la artista no lo duda: «Voy a pintar un cuadro de la Virgen para mi madre. Me parece una idea fantástica». Será un regalo perfecto para Navidad.
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