Opinión
La crónica de Amilibia: “Acabáramos: Yolanda Díaz es ‘Motomami’”
Carmen Calvo, ya instalada en su transición de vicepresidenta a tertuliana, ha dicho en la Ser o no Ser: «Los españoles somos fundamentalmente anarquistas. Anarquistas de izquierdas, de derechas o mediopensionistas». Yo siempre me he inclinado por el mediopensionismo, que en mi caso viene a ser algo así como no creer en casi nada, o sea, una especie de agnosticismo político. Luis G. Berlanga solía decirme en las entrevistas que él era «anarquista de derechas», quizá para alejarse de la España mojigata y dogmática. Claro que también nos dijo a una vez a Paco Umbral y a mí: «Desengañaros, a las mujeres no les gusta follar, prefieren ir de compras». Me extraña que aún no haya sido cancelado. Había otra moda: la de los homosexuales que se definían como «bisexuales». Una excepción: la del marqués de las Marismas, Luis Escobar, que repetía: «¿Gay yo? No, yo soy maricón de toda la vida».
Yolanda Díaz ha confesado: «No me gusta la España casposa y masculina». Hay una España mejor, claro, pero es más cara. La España que le place es la de Rosalía, que debe de ser para la Yoli el colmo de la progresía. Y sigue: «Las amigas de mi hijo dicen que en el colegio me llaman Motomami y un poco sí me siento así». Otra confesión: «A mí no me pone el poder por el poder». ¿Qué le pone a Yolanda? ¿Acaso Garamendi en la escena del sofá del Tenorio? ¿La moda dominatrix que se impone en España y parte de Europa? ¿La impaciencia de Él por el lentísimo parto de «Sumar», sin saber si será niño, niña o niñe?
Así estamos por aquí, según ellas: entre casposos, machirulos, motomamis, rosalías y anarquistas. E Irene Montero con un gran futuro como cuidadora de guardería.
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