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Nueva York

Retirado el embargo a Nati Abascal

Nati Abascal, en una fiesta en Sevilla
Nati Abascal, en una fiesta en Sevillalarazon

A venturan, especulan y deforman la realidad. Yo lo tenía bien claro y Nati me lo confirma: su casa sevillana, vecina al palacio de Pilatos, nunca fue de los Medinaceli, su antigua familia política. La relación entre ellos está parcialmente recuperada gracias a la primogénita y madre de Pablo de Hohenhole, Ana María, que ha fallecido recientemente. Pablo prepara para el 11 de abril una gran fiesta benéfica en Marbella,que ya podrían institucionalizar como el primer evento veraniego del año. Trabajan todos en ella, porque, a fin de cuentas, fue su tío Alfonso quien inventó el Marbella que hoy conocemos, actualmente en decadencia por las mafias árabes y rusas. La alcaldesa Ángeles Muñoz no sabe qué hacer para lavarle la cara a su ciudad, y bien lo subraya Koke Calleja, ex concejal gilista y yerno de Pitita Ridruejo, a quien me encontré hace poco envejecido, pero con el aire «chic» de siempre. «Está a punto la sentencia y espero, por fin, descansar», me comentaba, respecto al juicio contra Julián Muñoz. Seis años implacables en los que ha perdido algo de esa arrogancia que aún mantienen otros como Roca e incluso el ex de Isabel Pantoja.

Sangre, sudor e hipoteca

«Fue casualidad que Rafael y yo la encontrásemos. Muchos creyeron que era un antiguo anexo del palacio ducal, pero en 1980 acabé comprándosela a Pablo Romero, su propietario. Nunca fue patrimonio de los Medinaceli aunque lo pareciera», me contaba. Le costó sangre, sudor e hipoteca quedársela después de separarse del duque de Feria y temer el repudio de Sevilla entera. La única que no le hizo el vacío fue Cayetana de Alba. Fue ella quien le aconsejó poner sus asuntos en manos de Javier Saavedra cuando demandó a un fotógrafo por un desnudo integral que publicó una revista. Casualidades de la vida, acabó trabajando con este pararazzi en un reportaje con Laura Sánchez. Nati ganó en el Supremo, pero los otros recurrieron y acabó perdiendo; tuvo que devolver los 30.000 euros de la indemnización –de ahí el escándalo del embargo–. Lo del dinero ha sido un misterio, es como si se hubiera perdido. La sevillana dice que jamás lo recibió y que no sabe nada de Saavedra desde 2007, pero éste asegura que «fue usado por mi procuradora Teresa para satisfacer la deuda. Fue con un talón de Banesto expedido en 2012. Devolvimos lo estipulado y quedaron por abonar 3.000 de la procuradora de los que yo me hice cargo».

Respecto al palacio, este fin de semana hubo una reunión entre las partes que ha puesto punto y final al asunto. En esta ocasión, Nati está en manos de quien trata el divorcio de Carmen Martínez-Bordiú. La ex modelo evita comentar lo del embargo, porque ella anda, si no vuela, en otras alturas: está enzarzada en una serie de reportajes antes de irse de vacaciones a Punta Cana, al castillo francés de Valentino o a su casa portuguesa del Algarbe. Hay que reconocer que sus reportajes siempre se distinguen por el buen gusto. Tanto como las tapicerías que Lorenzo Castillo exporta a Estados Unidos. Se han rendido las mejores tiendas de Nueva York a los nuevos diseños que ideó para Gastón y Daniela, mientras que su colega Galliusi prepara la próxima boda de Adriana Abascal –parece que la segunda tras Villalonga y Azcárraga– con el francés Emmanuelle Schreder. El enlace coincidirá con la entrada primaveral y seguro que ocupará las portadas del quiosco, como lo hizo esta semana el reportaje de «¡Hola!» sobre Penélope Cruz, tan desmitificador. Tremendo.