El desafío independentista

"Separación temporal": ¿Se quieren independizar Puigdemont y su mujer?

De todas las mujeres de los protagonistas del «procés», la que mejor posición conserva es la pareja de Puigdemont, Marcela Topor, que se embolsa cada mes 6.000 euros por hacer un programa sin audiencia en la televisión de la diputación de Barcelona.

"Separación temporal": ¿Se quieren independizar Puigdemont y su mujer?
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De todas las mujeres de los protagonistas del «procés», la que mejor posición conserva es la pareja de Puigdemont, Marcela Topor, que se embolsa cada mes 6.000 euros por hacer un programa sin audiencia en la televisión de la diputación de Barcelona.

«Ni una buena idea, ni una mala acción». Así definen algunos compañeros de trabajo a Marcela Topor, la esposa rumana del ex presidente prófugo Carles Puigdemont, que sigue cobrando un suculento sueldo de «La Xarxa», red de televisiones locales de la Diputación de Barcelona, y que también suele grabar todos los martes en un elitista local, ubicado en uno de los barrios modernistas de la Ciudad Condal. Apasionada de la magia y la nigromancia, reservada y según sus colaboradores cada día más esotérica, Topor se embolsa todos los meses algo más de seis mil euros por un programa casi fantasma, en inglés y de escasa audiencia. Bajo el título «The Weekly Mag», la señora ex primera dama de Cataluña organiza todo un escenario de grabación para dar voz y voto a los extranjeros residentes en Cataluña. Un invento de su marido, cuando era presidente de la Generalitat, y que ahora, ni siquiera la presidenta de la poderosa Diputación barcelonesa, la socialista Núria Marín, se ha atrevido a cancelar. Algo muy criticado por el PP y Ciudadanos.

«Es una mujer gris y más rara que un perro verde», dicen algunos compañeros de grabación, que no obstante desean el anonimato. En el entorno de los Puigdemont todo parece un misterio, aunque admiten que la pareja lleva ya meses bastante distanciada. Nadie confirma un divorcio o una separación oficial, pero sí un «alejamiento temporal», dadas las circunstancias y el exilio en Waterloo del ex presidente prófugo. Lo cierto es que Marcela Topor vive en un auténtico retiro dorado: se la ve por algunos locales de moda en Barcelona, frecuenta el restaurante Artte en la calle Muntaner, centro de reunión de pintores y escultores, graba su programa todas las semanas y se la ha visto por otros lugares del Barrio Gótico y en salas de exposiciones. Al parecer, es una mujer algo bohemia, apasionada del arte modernista. «Mira mucho, pero nunca compra nada», confiesa un veterano galerista de la zona. Los ingresos de la dama rumana nunca han sido bajos, sino más bien al contrario. Durante un tiempo trabajó para «Catalonia Today», una publicación en lengua inglesa de corte nacionalista que se inventó su marido junto al corresponsal de «The Times» en Barcelona, Stephen Burgen. Ella fue directora y editora de dicho medio, que recibió fuertes subvenciones públicas de la Generalitat y otras instituciones catalanas. En sus artículos era una ferviente defensora del independentismo y muy crítica con el gobierno de España, al que culpaba de «frustrar las ambiciones legítimas» del pueblo de Cataluña. También colaboró como entrevistadora en El Punt Avui TV, donde daba cobertura a extranjeros residentes en Cataluña a favor del soberanismo. «Una enchufada de lujo», aseguran colaboradores cercanos de aquella etapa. Según ellos, siempre corregía los guiones y la escaleta con intereses próximos a la causa independentista.

Topor salió del país sin problema

Rodeada de un aura de misterio, la ex primera dama de «El Puchi» sigue viviendo en el chalet de San Julian de Ramis, una elitista urbanización a las afueras de Girona. Sus dos hijas, Magali y Marieta, ya no acuden al Instituto donde cursaban sus estudios primarios y, según fuentes de la familia, estudian en un colegio del Reino Unido. A Marcela se la pudo ver antes del verano con las niñas en una Comisaría de Policía de Gerona para sacarles el pasaporte, lo que avala la tesis de que cursan docencia en el extranjero. En aquella ocasión se produjo un pequeño incidente, cuando Marcela acudió a la cita sin algunos papeles previos y se saltó la cola preceptiva. Pasado el revuelo, Topor sacó los pasaportes y se marchó con sus hijas sin el menor problema. La familia de Carles Puigdemont, sus padres y hermanos, regentes de varias pastelerías en Girona, se niegan a soltar una sola palabra sobre su nuera y cuñada. Pacto de silencio absoluto. Las tardes que baja a Barcelona para grabar el programa suele almorzar en su restaurante favorito de la calle Muntaner, casi siempre verduras y pasta. «Le apasionan los ñoquis y el rissotto», dicen trabajadores del local. A veces se da un paseo por las tiendas y dicen que tiene pasión por los pañuelos de una marca francesa, cuya tienda en el Paseo de Gràcia visita a menudo. También le gustan los colgantes de bisutería ecológica que adquiere en una tienda de «geotierra» de la zona. «Vive como una reina en el exilio», comentan con ironía algunos compañeros de la productora del espacio televisivo. La ex primera dama de Cataluña no puede quejarse de su ritmo de vida, y nadie sabe el verdadero estado de su relación con Puigdemont, aunque en círculos de la familia la separación, al menos temporal, se da como un hecho consumado.

EL RESTO MANTIENE el PERFIL BAJO

En paralelo, las vidas de las esposas de los presos soberanistas no han cambiado mucho. La mujer de Oriol Junqueras, la profesora Neus Bramona, sigue con las clases en su colegio habitual y acude dos veces por semana a visitar a su marido en la cárcel de Lledoners. Diana Riba, mujer de Raúl Romeva, es eurodiputada de ERC en Estrasburgo y una ferviente secesionista. Blanca Bragullat, esposa de Jordi Turull, y Mertixell Lluis, de Josep Rull, mantienen un perfil bajo familiar, si bien acuden a cuantos actos en defensa de la causa se convocan. Laura Masvidal, mujer de Joaquím Forn, viaja con frecuencia a Londres, donde reside su hija. Y Jordi Cuixart ha sido padre por segunda vez desde que está en prisión. Para todas ellas, la vida sigue sin grandes novedades, con el mismo rol que mantenían antes del encarcelamiento de sus parejas. La que mejor se lo ha montado es Marcela Topor. Una mujer, como su marido, de carácter complicado. Carles Puigdemont Casamajó ejerció la primera profesión a los dieciséis años en el diario «Los Sitios» de Gerona enviando crónicas de fútbol. Nacido en el pueblo gerundense de Amer, estudió en el internado del Collell y sus compañeros de entonces le recuerdan como un chico desconfiado, bastante raro, obsesionado con la nigromancia y temas de magia. Nieto, hijo y hermano de pasteleros, «El Puchi», como era conocido, siempre fue un independentista nato, militó en las Juventudes de Convergencia y llegó a la Alcaldía de su ciudad y como sucesor de Artur Mas casi de carambola. De ser un dirigente gris, marioneta de ERC y las CUP, pasó a lo que un día su mujer le dijo como una premonición: «Eres el verdadero Mesías del ‘‘procés’’». Era su gran obsesión y ahora, su señora, tampoco se queda atrás.

Marcela Topor

Nacida en Vaslui (Rumanía) en 1976, Topor es licenciada en filología inglesa y conoció a Carles Puigdemont en el Festival de Teatro Amateur de Gerona, en el que participaba como actriz en 1996. Presentó «Catalonia Today», que pretendía ser un contenido en inglés para extranjeros en Cataluña, justificación, la del «contenido didáctico», que le sirve para mantener la subvención pública de 6.000 euros mensuales.

Txell Bonet

La periodista contrajo matrimonio con Jordi Cuixart en la cárcel, en una ceremonia católica e íntima, a comienzos de este año. Nacida en 1975, como su marido, Bonet ha trabajado en TV3 y Canal 33 y ha protagonizado un gag en el que disparaba a una diana con una imagen del Rey Juan Carlos. Cuixart lleva en la cárcel desde octubre de 2017 y ambos anunciaron en abril que serán padres.

Anna Barreda

La pareja de Jordi Sánchez, psicóloga de profesión, ha transformado el cautiverio de éste en un activismo político en redes sociales. Ambos, novios de toda la vida, se casaron hace 15 años y han vivido siempre en el barrio de Guinardó, donde han participado en actividades con frecuencia. Tienen tres hijos. El mayor, en el instituto, y las dos pequeñas, en el colegio.