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Teoría y práctica por Andrés ABERASTURI

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Una conocida óptica aconseja en la radio lo que hay que hacer para no dejarse los ojos delante de un ordenador. No crean que son dos o tres puntos indispensables, sino un rosario de cosas –todas buenas, sin duda– que yo he tenido que apuntar en un post-it amarillo que pego al ordenata para no olvidarme. La espalda: para no destrozártela antes de tiempo (la espalda al final casi siempre termina, si no destrozada, sí hecha polvo) un especialista nos dice todo lo que se debe y no se debe hacer, desde cómo sentarse a cómo coger peso o dormir; tomo nota en otro post-it, que también pego al ordenador. Un experto en la cosa da las claves para mantener una vida sexualmente activa después de los 60 y, claro, otro post-it (éste lo pego en la cabecera de la cama). De cara al verano, un dermatólogo nos explica las cinco reglas fundamentales para tomar el sol. No hay post-it. Mi relación con el sol es distante y fría (como debe ser): ni yo le tomo a él ni él tiene interés en tomarme a mí. Recorto de una revista que pillo en la farmacia varios anuncios para «mantener a raya» el colesterol, las grasas del abdomen, el tránsito intestinal y una especie de jarabe contra el cansancio que termina diciendo: «tú eliges: cansada o encantada de ser mujer». Vaya por Dios; pero si la cosa sirve lo mismo para la regla que para la astenia primaveral, me vendrá bien, porque a mí la astenia primaveral me ataca a primeros de año y luego ya la voy arrastrando hasta el final del otoño. La teoría –parte– me la sé; la duda es si tendré tiempo de ponerlo todo en práctica.