Colombia

El «Señor del Ácido» se queda sin voz

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MADRID- Ayer arrancó el juicio contra el jefe de la denominada banda del «Señor del Acido», a la que se le atribuye el asesinato de José Fernando D.S. en septiembre de 2007, cuyo cadáver apareció en la estación de Ciempozuelos. Leonardo Dávalos Jiménez, alias «Pampo», acusado de mandar descuartizar a la víctima y evitar su identificación rociándolo con ácido, se negó a declarar en la Audiencia Provincial.

Dávalos, que se enfrenta a 36 años de cárcel, no fue juzgado hace un año junto a otros trece integrantes de esta banda porque en ese momento estaba detenido en Colombia, país que autorizó después su extradición. Al procesado, de 42 años de edad, el Ministerio Público le considera autor de los delitos de asociación ilícita, asesinato, intento de detención ilegal y tráfico de drogas de notoria importancia. Los agentes que declararon en esta primera sesión de la vista, que se alargará toda la semana, confirmaron que «Pampo» era el jefe de una «oficina de cobros o de extorsión» y quien daba las órdenes desde Colombia a sus «soldados», la mayoría de ellos también colombianos. Debajo de él, como «lugarteniente», estaba Cristian Andrés G.E., alias «Óscar» –condenado en abril de 2011 a 37 años de prisión–, el único con el que hablaba por teléfono «Pampo».

Los policías explicaron que comenzaron la investigación por unas escuchas telefónicas en 2006, año en que Dávalos regresó a Colombia, aunque luego comprobaron que volvió a entrar y salir de España. Además del asesinato en 2007 en Ciempozuelos por deudas de drogas, a «Pampo» se le acusa de otros dos hechos relacionados con el cobro de deudas derivadas del tráfico de drogas. Recordaron que ordenó privar de libertad a Héctor Fabio H.M. en de 2007 para cobrar una deuda de 10.000 euros por otro asunto de drogas, aunque finalmente el hombre y su novia no fueron secuestrados porque intervino una patrulla de la Policía de Villalba. «Pampo» también dio la orden, según el fiscal, de transportar 15 kilos de cocaína y 135.000 euros pagados como una deuda de drogas por una persona de Barcelona apodada «el abuelo».