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La herencia de Zapatero

La Razón La Razón

Nada peor para la economía española que la renuncia ayer de Rodríguez Zapatero, aún año vista de las próximas elecciones generales. Zapatero debía haber abandonado el cargo porque era un clamor popular, pero se olvidó de anticipar las elecciones para que el país se enderezara. Pues no. Nos dice que no repetirá, ya que la losa le pesa mucho a sus espaldas. Deja seis millones de parados, el doble de la media europea; una economía en bancarrota; un sistema financiero que hace aguas por todas partes y, lo que es peor, abre el melón de todas las especulaciones posibles sobre nuestro futuro. Debió hacerlo antes, pero no, lo hace acosado por los mercados, abandonado por sus socios y cuestionado interna y externamente. Ahora nos vendrán, como ya hizo ayer Begoña García Retegui, con que su acto es un gesto de patriotismo, él, que llamó antipatriotas a quienes le advirtieron del riesgo de no adoptar medidas cuando ya estábamos en plena crisis. No lo hizo. Se dedicó a una política de escaparate y radical. De escaparate al legislar para los suyos y los de las plataformas que le auparon al poder, y, radical, porque alimentó el enfrentamiento entre los españoles, el guerracivilismo y la división entre los territorios. Nos dejó sin agua, nos prohibió endeudarnos, nos rechazó en las infraestructuras y, por último, ninguneó a los murcianos al ni siquiera recibir a nuestro presidente. Zapatero se va, pero lo hace tarde. Su obra costará mucho esfuerzo a los españoles. No saldremos de esta tan fácilmente. Se le recordará, eso sí, por lo mal que lo hizo. Retegui, que le ha defendido hasta ayer, debería abandonar igualmente, pues unió su suerte a la del presidente más cobarde de la historia de la Transición. Le va a costar trabajo encontrar argumentos para justificar lo que ha defendido hasta ayer mismo. Lo único bueno de todo esto, es que empezamos a salir de una verdadera pesadilla.