Cataluña

Invitación al diálogo por Carmen Gurruchaga

La Razón
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El presidente de la Generalitat, que ha jurado cumplir y hacer cumplir el ordenamiento jurídico, debería imprimir una mayor dosis de racionalidad a sus postulamientos políticos y aconsejarles lo mismo a los miembros de su partido y gobierno. Artur Mas conoce perfectamente que los límites a lo que puede o no puede hacer como gobernante de una región española están recogidos en la Constitución y que saltarse las normas que contiene la Carta Magna es instalarse en la ilegalidad. Sabe que el Parlamento catalán no puede declarar unilateralmente el Estado propio, porque, según la Constitución, la soberanía reside en el pueblo español a través de sus representantes en las Cortes. Por eso, cualquier cambio de estatus político debe contar con la aprobación de dos tercios del arco parlamentario español o convocar un referéndum para que los españoles decidan. El presidente catalán es consciente de todo ello, por lo que resulta comprender que tras la carta del Rey y la reunión del jueves en La Moncloa, haya salido con las patas por delante en lugar de apaciguar el ambiente, recoger velas y aceptar la invitación a dialogar de Rajoy. Porque, indudablemente existen otros modelos de financiación, distintos del actual, que sí caben en la Constitución y sobre los que el Ejecutivo se mostró dispuesto a negociar. Pero Mas se molestó porque Rajoy rechazó de plano el Pacto Fiscal y ni siquiera escuchó su propuesta. Toda una muestra de incapacidad para adecuarse a la realidad en un momento en que toda España, Cataluña incluida, precisa estabilidad política para salir de la crisis. Y ésa también debería ser la prioridad del Gobierno autonómico catalán, en lugar de incendiar las vísceras nacionalistas con quimeras inalcanzables.