Portugal
Mala baba
Una vez pasado el susto de hace una semana, que obligó a Alierta a tocar a rebato a la plana mayor de Telefónica para analizar con urgencia el veto del socialista Sócrates a la venta de Vivo, las máscaras de este particular carnaval brasileño van destapándose. Los analistas, más allá de ponderar la jugosa oferta de Telefónica, se preguntan ahora por qué el Gobierno luso se ha quedado descaradamente en fuera de juego. Es evidente que Sócrates tenía que salvar la cara ante la opinión pública portuguesa tras haber hinchado el globo patriótico del interés estratégico, pero los observadores entienden que le ha faltado información. Salió a campo abierto con una armadura de oropel y el Tribunal de la UE, la Comisión, los medios, los inversores y los propios accionistas de PT le han dejado en paños menores. ¿Informó Zeinal Bava, presidente ejecutivo de PT, a Sócrates sobre todos y cada uno de los pormenores de la última oferta de Telefónica por el 30% de Vivo? Ésta permite a los lusos modular la operación de venta de acuerdo con sus intereses estratégicos, troceando los cobros y su paquete accionarial de tal forma que le facilitaría negociar sin prisas, durante tres años, la entrada de PT en un operador brasileño como Oi. Además, se contemplan otros pagos por parte de Telefónica para asegurar el flujo de caja de la operadora portuguesa mientras se completa la operación. En la letra pequeña -por no decir invisible- de la flexibilidad de esa oferta está la clave. Y una salida airosa para Sócrates, que ya tendrá tiempo para ajustar cuentas con quien corresponda mientras sigue conversando con Lula sobre el papel de Portugal en las telecomunicaciones brasileñas.
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