Manila

Socialismo incorregible

La Razón
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Douglas Mac Arthur organizó en Tokio un «Nuremberg» para saldar el militarismo nipón. El general Yamasita había invadido las Filipinas entrando a saco en Manila, y su defensor, un joven jurídico-militar estadounidense, demostró que el japonés jamás había impartido orden alguna sobre saqueo, violaciones o asesinatos de civiles. Prevaleció la tesis de que el mando es siempre responsable de que los soldados devengan en soldadesca, y Yamasita pendió de la horca. Si quieren ahorcar a Rubalcaba, yo cortaré la soga porque me empatiza su desdén por el enriquecimiento propio, pero es un contradios, un contranatura (no se debe practicar la zoofilia con un faisán), que la Policía garantice la libertad de los terroristas dándoles preaviso de su detención. Rubalcaba y Camacho tienen la responsabilidad moral y política de Yamasita. El avatar del candidato Rubalcaba es un «deja vu», y queda en postulante averiado como su antecesor Josep Borrell, con la diferencia de que el socialista catalán era inocente. Quien con ETA se acuesta, enmerdado amanece. La categoría reside en que sectores de la dirigencia socialista llevan en su ADN la subversión de la legalidad. Pablo Iglesias amenazó de muerte al jefe de Gobierno, Antonio Maura, el primer día que habló en las Cortes. Se hizo gala de que el PSOE respetaría la legalidad a conveniencia. En 1934 se alzaron a sangre y fuego contra la República, prendiendo la mecha de la Guerra Civil. En democracia asesinaron a granel y metieron la mano en la lata. Como buen socialista, Rubalcaba no es bueno ni malo: es incorregible.