África

Fotografía

De flor en flor

Para Alberto Baraya, la naturaleza es papel y plástico. No existe. Y ya sólo cabe recrearla, de manera cínica, de forma certera, en los meandros de la imaginación, pero a imagen y semejanza de esa gemela real a la que aspira a convertirse.

Una de las flores de Alberto Baraya
Una de las flores de Alberto Barayalarazon

La naturaleza, hoy, es un coto vedado de caza, una reserva protegida en un país de África, una imitación o noción de ella misma, como sostiene más de un filósofo en la actualidad. Desde las expediciones que emprendió Humboldt ya ha pasado mucho tiempo. El mundo ha cambiado. Cada vez hay menos paisajes vírgenes y más paisajes artificiales. Y los dibujos, notas y apuntes que tomaron los científicos son reliquias bibliográficas, viejos ecos del pasado.

Los naturalistas de hoy
La Real Academia de Bellas Artes reflexiona en la exposición «After Humboldt» sobre aquella botánica del lápiz y color –la botánica del grabado, la que se conservaba y trasladaba igual que flores secas, entre las hojas revueltas de un cuaderno– y la herramienta que se convirtió en su reemplazo consecuente, moderno, tan actual: la fotografía. A través de seis artistas se vuelve la mirada a la vegetación. Aunque hay una consideración parecida, ya no es lo mismo. Manel Armengol, Alberto Baraya, Joan Fontcuberta, Juan Carlos Martínez, Rafael Navarro y Juan Urrios abordan, como botánicos, unos botánicos meditabundos, muy artistas, esta nueva naturaleza devastada y amputada que pervive en el siglo XXI.

En la muestra, comisariada por Rosa Olivares, patrocinada por Acción Cultural Española (AC/E), quedan reminiscencias de ese espíritu que guió a los naturalistas hacia los territorios más alejados, inhóspitos, de una manera inconformista, desafiando los inconvenientes, para desvelar los secretos del planeta. Las imágenes abordan desde diferentes perspectivas la naturaleza. Los hay, como Fontcuberta, en el que subsiste el ánimo de recrear un herbario de los de antes, pero con pétalos, estambres. Baraya prefiere fijarse en los cuadernos de viaje de los exploradores pero con plantas artificiales. Armengol acentúa los detalles con el dramatismo del blanco y negro. En Martínez respira su estado actual, la cohabitación que mantiene con lo humano. Urrios la aumenta hasta afrontar sus venas, por las que circula la savia. Y Rafael Navarro nos la da con todas sus imperfecciones y geometrías.

Un viaje al interior
La comisaria, Rosa Olivares, lo subrayó: «Cada uno de estos fotógrafos ha hecho su propia expedición, su propio viaje hacia el interior de uno mismo, un viaje conceptual, místico, iniciático». De esta manera explicó el trabajo de los artistas que reúne en esta exposición que, en el fondo, «es una pequeña historia botánica». Pero contemporánea. Adherida al día de hoy. A los días que corren, donde los paisajes siempre están adulterados por la presencia del hombre.