Policía
«Cualquiera puede entrar con pistola»
Si no fuera porque la zona estaba llena de policías y el gimnasio acordonado, la plaza de la República Dominicana parecía ayer por la tarde el punto de partida de una maratón. Decenas de personas se encontraban con zapatillas y ropa deportiva, toalla al cuello y cascos en las orejas.
Eran los clientes del «Holiday Gym» de Príncipe de Vergara, que habían tenido que salir a la calle con lo puesto tras el suceso que tuvo lugar en los vestuarios de hombre. «Estaba en las máquinas y escuché golpes en la planta de abajo, donde están los vestuarios, pero pensé que estaban de obras y no le di más importancia», explica Javier, un parroquiano del gimnasio. Eran, según sus cálculos, las 15:50 horas. «Cuando íbamos a bajar para cambiarnos un monitor nos impidió el paso y nos contó lo que pasaba. Al rato llegó la Policía y nos echó a todos», asegura.
Los servicios del Samur no tardaron mucho en llegar. Tendidos en el suelo del vestuario de hombres se encontraba la pareja. A la entrada, Ángel Luis Jiménez Torre, el sargento de la Guardia Civil herido de gravedad con un impacto de bala en la frente y vestido con ropa deportiva. Los sanitarios consiguieron establizarle –en ningún momento entró en parada cardiorrespiratoria– y le trasladaron en estado muy grave al hospital Gregorio Marañón. Al cierre de esta edición, según fuentes cercanas, estaban esperando que llegasen los familiares del agente al hospital porque todo apuntaba a que no podría seguir mucho más tiempo con vida.Un poco más al fondo del vestuario, cerca de la zona de duchas, estaba tendido Marcos Hernández, el socorrista de 28 años fallecido. Presentaba cinco heridas por arma de fuego en el cuerpo y otra en la cabeza, por lo que los facultativos del Samur sólo pudieron certificar su muerte, según un portavoz de Emergencias Madrid. Varios testigos presenciaron la escena y fueron trasladados a dependencias policiales para tomarles declaración. Una amiga del fallecido llegó a las puertas del gimnasio con una fuerte crisis de ansiedad. Aún sabía muy bien quién era el fallecido y, en cuanto escuchó que era pareja de un guardia civil se vino abajo: «¡Es él, es Marcos!». Fue atendida por los psicólogos del Samur.
Al parecer fue un cliente que bajó al vestuario tras los disparos el primero en llamar al 091. La llamada entró a las 16:40 y hasta el lugar se desplazaron varias radiopatrullas del GAC de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana y, por la confusión inicial –se informó de un tiroteo–, también acudió una unidad de la UIP. Lleva el caso el grupo V de Homicidios.
Varios usuarios del gimnasio apuntaron ayer que, aunque los tornos de entrada se abren con huella dactilar, siempre hay una puerta abierta porque el dispositivo suele fallar. Además, «no hay que pasar la bolsa por ningún escáner por lo que cualquiera puede entrar aquí con un arma, como ha pasado», comentó Sandra. Muchos pedían a algún conocido llamar desde el móvil a sus familiares.
Y es que, cuando la Policía les desalojó, todos tuvieron que salir a la calle con lo puesto y no pudieron coger sus pertenencias de las taquillas –donde se había producido el crimen– y temían que sus familiares estuvieran llamando tras conocer la noticia.
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