Irak

Ayuda humanitaria en Libia

La Razón
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Es un salto cuantitativo, pero también cualitativo. La ministra de Defensa, Carme Chacón, acudirá hoy al Congreso de los Diputados para solicitar la prórroga de la participación española en la «operación Protector Unificado» en Libia otros dos meses más –hasta el 22 de junio–, además de aprobar la «ampliación de sus cometidos» ante la eventualidad de que la ONU pueda solicitar «acciones de ayuda humanitaria». Según la titular de Defensa, la contribución española, siempre bajo el paraguas de la ONU, sería apoyar y proteger la llegada de esa ayuda a la población libia, un acompañamiento que será sólo aéreo y marítimo. Todo muy aséptico, ya que es difícilmente aceptable la eficacia que puede tener esta ayuda humanitaria sin la presencia de efectivos en tierra para proteger los convoyes hasta que lleguen a sus destinatarios. Quinientos soldados españoles ya están implicados en el operativo a pesar de que el Gobierno negase esa posibilidad.

Está claro que con la zona de exclusión aérea y la imposición del embargo de armas a Libia la operación no está teniendo los resultados óptimos que pretendía la coalición internacional. La experiencia nos demuestra, ahí está el caso de Irak, que Sadam Hussein no cumplió con una sola de las reclamaciones de la ONU y que también se creó una zona de exclusión aérea para proteger a los civiles que estuvo vigente durante años mientras se sucedían las matanzas a los chiíes y a los kurdos. Sólo cuando se realizó la intervención aliada por tierra, respaldada por las resoluciones de Naciones Unidas, se pudo acabar con el dictador.

Lo cierto es que, como era previsible, la operación militar en Libia se ha enrocado. Gadafi sigue en el poder y masacrando sus enemigos y a la población civil con o sin zona de exclusión aérea y el embargo de armas. Ayer mismo se hizo público que, desde que se inició el conflicto bélico, en Misrata han muerto más de mil civiles y otros 3.000 están heridos. Y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon –el organismo que tiene que decidir las acciones de ayuda humanitaria– denunció que Libia «vive una grave crisis humana», con más de medio millón de inmigrantes que huyen a otros países de la zona, mientras decenas de miles de personas no tienen aseguradas las condiciones mínimas para vivir. El primer ministro británico dio ayer muestras de impotencia al reconocer que aplicar la resolución de la ONU está dificultando la operación militar de la coalición internacional para proteger a la sociedad civil, aunque posteriormente afirmó que estas restricciones de la ONU son las correctas.

Sea como fuere, parece que la coalición internacional se encuentra en un callejón sin salida. Hace apenas un mes que empezó esta operación y hasta ahora no ha dado los frutos necesarios. Gadafi no sólo ha ignorado el cese de hostilidades con los rebeldes; al revés, ya que ha recrudecido los ataques, las vías de diálogo parece que están en punto muerto y puede que fuerce a la ONU a replantearse la creación y los términos de participación en una misión humanitaria. El futuro planteará escenarios distintos para los países de la coalición y, en el caso de España, Carme Chacón tendrá que explicar muy bien cómo se va a desarrollar sobre el terreno y cuáles serán su objetivo y su efectividad.