Barcelona
El hombre con atributos por Lluís Fernández
Si en algún sitio el tamaño sí que importa es en el ego de un arquitecto y en el cine porno. Un arte en el que el físico está implicado hasta el fondo y, como las modelos, es tan difícil diferenciarse como hacerse un nombre sin atributos. En la historia del cine porno, que apenas tiene un siglo de actividad clandestina y medio de industria, los tres miembros más destacados del porno han sido el de John Holmes, de 38 cm. Seguido del de Jeff Stryker, actor de porno gay cuyo pene fue el primero en comercializarse como dildo, ha merecido una tesis de estudios culturales lésbicos y un litigio con la empresa de juguetería erótica que acabó ganado, por considerarlo parte de su «propiedad intelectual». El tercero sería el de Nacho Vidal, de 27cm en los productos que ha hecho a su medida: la botella de colonia «king size» y el miembro de chocolate, de un realismo sobrecogedor.
Nacho Vidal comenzó en la marginalia de la Barcelona de noche a los 21 años, junto a su novia Jazmine como pareja erótica de sexo en vivo en el Bagdad, hasta que Rocco Sieffredi lo lanzó al estrellato del hard-core con títulos como «Rocco las deja mudas». Más de 3.500 pelis de porno duro. Rodajes tumultuosos en Colombia, donde es una institución libre de enseñanza, y en Estados Unidos, adonde no puede volver por bígamo, pues se casó con Katsumi y se le olvidó divorciarse.
Es famoso por sus legendarios gemidos orgásmicos y por «Nacho, el matador» (2000), cuyas escenas sexuales son tan vívidas que fue nominado por la AVN. Desde su detención, la chistografía se ha desatado, especialmente en las duchas de las cárceles españolas, donde unos se niegan a ducharse con jabón y otros ya hacen cola para apoyarle.
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