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J M Guelbenzu: «La clave siempre son los personajes»

El autor madrileño continúa su serie policíaca con «El hermano pequeño»

J. M. Guelbenzu: «La clave siempre son los personajes»
J. M. Guelbenzu: «La clave siempre son los personajes»larazon

BARCELONa- Después del «tour de force» narrativo que supuso «El amor verdadero», (Siruela), el escritor José María Guelbenzu sintió haberse quitado un gran peso de encima. Acabó exhausto, y a la hora de plantear qué escribir a continuación, no lo dudó, volvería a la novela policíaca y a su personaje fetiche, la juez Mariana de Marco. En «El hermano pequeño» (Destino), Guelbenzu recupera por quinta vez a esta compleja mujer y la sitúa en una pequeña ciudad del norte, en la que el peso de un cierto caciquismo arcaico todavía está presente. El resultado, una mujer asesinada, con las manos arrancadas y un sistema judicial que se entromete en el camino de la verdad de Mariana.

–¿Qué tiene la juez Mariana de Marco para querer seguir contándonos su vida?
–La serie se sustenta en el personaje. Quería escribir una novela policíaca, pero no fue hasta que di con Mariana en que sentí la necesidad de seguir escribiendo sobre ella. Es una persona de formación universitaria, de clase acomodada, que se aleja de los tristes detectives del norte de Europa y que en su cargo de juez de instrucción le hace vivir toda clase de conflictos humanos.

– En esta ocasión se enfrenta a lo que podríamos llamar «vieja España»
– Deja el mundo rural y se sitúa en una pequeña ciudad, algo provinciana, donde todavía hay prácticas de poder caciquiles. En grandes ciudades, esto ya es imposible, se ha diluido, pero en estas pequeñas ciudades todavía hay esta tensión entre el mundo antiguo y el moderno.

– En este caso, Mariana se verá al final implicada de forma personal en el crimen.
– Parto de un hecho sustancial, que es imposible ver de forma fría un crimen. Un asesinato es el resultado extremo de una situación extrema y quien está implicado, aunque sea un juez, le afecta. Me gustaba jugar con esta idea, a pesar de la obvia objetividad jurídica. Este choque daba mucha fuerza dinámica a la historia.

– También hay una cierta mirada a la corrupción y el enfrentamiento entre jueces, algo muy de moda ahora.
– Mientras trabajaba en un pequeño pueblo, Mariana nunca tuvo problemas, pero a medida que crece y se traslada a la ciudad, el conflicto de intereses empieza a ser mayor. Hay colegas que están dentro de las fuerzas vivas de la ciudad y de gente con mucha influencia. Me interesaba ese choque de ambiciones, porque Mariana no deja de ser una mujer ambiciosa.

– ¿Es más sencillo escribir novela policíaca que novelas fuera de género?
– Da comodidad escribir bajo la guía de unas convenciones, pero esta falta de libertad también consigue que sea mucho más complicado. Es como la poesía. Escribir sonetos es mucho más complicado, en el fondo, que escribir verso libre. El rigor a la hora de escribir literatura de género es el mismo.

–¿Qué diferencia hay entre la novela policíaca y la negra?
–La primera tiende a ser la resolución de un misterio, donde hay un detective, un crimen y una investigación relacionada y se inicia un juego con el lector para adivinar la verdad. Ahora domina más la novela negra, donde se habla de conspiraciones y psicópatas. Quiere tener una apariencia más realista, pero la mayoría de veces es del todo inverosímil, con ficciones absurdas. En los dos casos, lo que importa, para que funcionen, es que tengan personajes complejos.

–¿Con cuál se queda?
– Prefiero la policíaca, PD James, Patricia Highsmith, Simenon. Claro que la novela negra la inventó Dashiell Hammet, y hay que tener mucho talento para crear un género. Debería estudiarse en el colegio. La verdad es que no me gusta la novela escandinava y sus detectives machacados, prefiero la esencia mediterránea de Camillieri o Vázquez Montalbán.

-¿Seguirá la serie de la juez?
-Sí, tengo dos más pensadas.