Andalucía
Rajoy se prepara para unas generales en otoño
Cree que antes de final de año gestionará la mayor cuota de poder que nunca ha tenido n El PP no da por perdida ninguna autonomía
El año del cambio político, el año de la confirmación de los cantos de sirena de las encuestas y el año del asalto a La Moncloa, reza la misiva que el PP ha remitido a Sus Majestades los Reyes de Oriente con sus deseos para 2011. Génova afronta el nuevo año con dos hipótesis de trabajo. La primera es que antes de que éste termine gestionará la mayor cuota de poder que nunca ha tenido un partido político desde el 83, fecha de las elecciones autonómicas y municipales en las que el PSOE arrasó territorialmente después de la primera mayoría absoluta de Felipe González. Y la segunda, que tendrá que afrontar desde el poder la situación más difícil con la que ha lidiado España en la democracia.
Las elecciones autonómicas y municipales son unos comicios correosos en los que, desde 1999, la victoria o la derrota se ha decidido por unas décimas. En 1999, las ganó por unas décimas el PP; en 2003, el PSOE; y en 2007, de nuevo el PP. De siempre, a los de Rajoy estas elecciones les plantean dificultades añadidas frente a una cita en las urnas de carácter general por la entrada en liza de las candidaturas independientes, que suman en su contra. Y en Génova valoran esta circunstancia, si bien también les resulta difícil mantener los pies en el suelo cuando el viento a favor sopla con tanta fuerza.
Sus encuestas internas coinciden con aquellos sondeos públicos que les colocan a una distancia de más de diez puntos sobre el PSOE y sus previsiones electorales son más que optimistas. «No hay ni una sola comunidad autónoma con Gobierno socialista en la que Ferraz tenga seguro a día de hoy continuar en el poder. Ahí están los sondeos en Castilla-La Mancha o en Andalucía. Ni en Extremadura, ni en Aragón, ni en Cantabria pueden dar por hecha la victoria», explica un veterano responsable del «aparato» electoral y de organización.
Primer trimestre dramático
La agenda del partido está al servicio de las elecciones y de ahí que esté capitaneada por tres importantes actos: una convención nacional, que celebrarán a finales de enero; y otras dos convenciones para presentar a los candidatos y para lanzar el contenido del programa para las autonómicas y municipales. Rajoy jugará sus cartas como si fuera un candidato más, no sólo porque estos comicios huelan a «primarias», sino porque en la dirección del PP ponen en cuarentena el eslogan socialista de que agotarán la legislatura. ¿La razón de estas dudas?
Los malos pronósticos de la evolución económica y la alargada sombra de la intervención europea, que «no desean», pero que de puertas adentro no descartan por completo.
Todos sus indicadores auguran que el primer trimestre va a ser dramático en el plano económico y que no sólo no habrá «brotes verdes», sino que estallará la crisis social. Creen también que a partir del 10 de enero volverán los problemas y las presiones internacionales, porque empezará la carga contra Portugal.
Y estiman que ese deterioro conjunto de la situación económica y social, unido a la presión interna a la que está sometido Zapatero por el miedo entre sus filas a que acabe dejando el partido en sus peores niveles de porcentaje de voto, acabará provocando una inestabilidad que se lo llevará por delante antes de 2012. «Lo que nos desconcierta es que todavía no haya convocado elecciones», sostiene un miembro del Comité de Dirección.
Por si acaso, se han marcado el objetivo de trabajar ya como si en otoño fueran a examinarse en unas generales. Y esa hipótesis puede acabar afectando incluso a cuestiones internas como la organización del Congreso Nacional que también en otoño debería revalidar el liderazgo de Rajoy. Al respecto, dentro del PP hay dos corrientes, la de los partidarios de convocarlo según el calendario, y la de quienes lo consideran inoportuno antes de las generales porque los congresos sirven para «ordenar» el equipo y eso debe hacerse cuando se confirme que el PP pasa a ser de nuevo un partido de gobierno, con las consecuencias que de ello se derivan a nivel organizativo.
La posición oficial es que ese Congreso Nacional se celebrará cuando toca, pero, más allá de discusiones estratégicas, un adelanto electoral lo dejaría por completo sin sentido. Y esto, si hay o no que convocarlo, es prácticamente el único debate abierto, lo que refleja el nivel de consolidación del liderazgo de Rajoy después de años de lucha contra tirios y troyanos. Hoy su camino está despejado e incluso aunque en la corte y villa todavía hay quien le coloca alguna piedrecita en el camino, fuera de Madrid cuenta con un apoyo férreo de todas las direcciones provinciales, renovadas durante la larga travesía en el desierto de la oposición.
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