Casas reales
Verdes praderas
Necesito descansar del Sáhara. Salto hacia el norte, en busca de las verdes praderas. Un noviazgo ha callado los debates políticos y las broncas de la crisis económica. Familia Real. El Príncipe Guillermo y Kate Middleton. Después de siete años de amor con dos de vacaciones, se casan. Y con este motivo, se vuelve a hablar de Diana Spencer. El anillo de regalo y todo eso. Les deseo mucha y alta felicidad. Ella me parece atractivísima.
La familia Real inglesa es rara, como todas las familias reales, pero hace las cosas bien. Recuerdo –no el nombre del autor–, un formidable retrato publicado en ABC de un servidor de la Reina. Falleció su mujer y recibió una amable tarjeta de Isabel II en la que le expresaba su sentido pésame con tres líneas. Al cabo de unas semanas murió su perro, y la Reina le envió su condolencia en una carta de dos folios. La Reina de Inglaterra sólo se ha sentido descolocada y algo temerosa cuando el protocolo en el entierro de Diana Spencer. Fue vencida por el folclore patético de la muerte. Los británicos querían a Diana, que se vistió de mito, de mujer engañada, de víctima de un matrimonio de conveniencia. Conveniente también para ella, que no era tonta cuando se metió en el túnel de las componendas. Al Príncipe Carlos le llovieron todos los juicios adversos, mientras su ex mujer verdeaba con las lágrimas de los ingleses las praderas agostadas del verano. No era para tanto. Él amaba a otra mujer y ella a otro hombre. La chica de Carlos era una cuarentona arrugada y simpática. El chico de Diana un millonario árabe, hijo del propietario de «Harrod´s». No es un defecto, pero Diana Spencer tenía una gran capacidad para enamorarse de los poderosos. En España conozco a muchos y muchas como ella, y son gente simpática en su mayoría. La avalancha de desprecios a punto estuvo de enterrar en vida al Príncipe Carlos, y se alzaron voces pidiendo que el heredero de la corona fuera saltado en beneficio de su hijo Guillermo. En España no asombró el intento porque habíamos experimentado el salto dinástico recientemente. Pero todo volvió a su sitio, y el Príncipe Carlos es hoy, de nuevo, una persona querida y respetada, aunque se está quedando calvo en su otoñal espera. La Reina madre murió a los ciento dos años, y su hija, la Reina Isabel, parece dispuesta a mejorar la marca materna.
Kate Middleton es simpática, natural y pertenece a la clase media. Para dar el paso que le proponía su príncipe ha esperado dos años. No ha sido tan rápida como Diana Spencer, y quizá por ello, el resultado será en el futuro mucho mejor. Entrar en ese mundo desconocido de una Familia Real no está al alcance de cualquiera. Matizo. Está al alcance de cualquiera, pero no con una buena adaptación. Diana Spencer fue una mujer estupenda, pero como Princesa de Gales resultó un desastre. Ella sabía dónde se metía, y le compensó la aventura del poder. Aunque sólo hayan transcurrido treinta años, el ambiente ha cambiado, y también las personas. Este Príncipe ha sido educado con otros métodos, y su figura cae bien a todos.
También su elección. Pero haría mal en hablarle con exceso de su madre y de su manera de comportarse en la esclavitud de un sistema rígido y nada natural. Su libertad se ha terminado.
Ha dejado de ser ella para ser, a partir de ahora , otra cosa. Vive un cuento de hadas con un argumento cabroncísimo. Pero se advierte en ella fortaleza y cerebro para que el cuento termine bien. Los ingleses han tenido suerte.
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