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Coral Bistuer: «Se está demostrando que el deporte no tiene sexo»

Coral Bistuer: «Se está demostrando que el deporte no tiene sexo»
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–Han pasado algunos años desde que fuera campeona del mundo de taekwondo, ¿sigue dando porrazos por ahí?
–Cuando alguien ha dado porrazos toda su vida sigue dándolos siempre, aunque no sean sobre el tapiz.

–Pero ahora no es sólo ése el deporte que practica, ¿no?
–No, he ido descubriendo deportes que se adaptan más a mi condición de mamá. Estoy muy volcada con el pádel, vuelvo a montar a caballo, monto en bici con mis hijos por el campo... Supongo que es el deporte de vivir.

–¿Pero sigue el deporte formando parte de su vida profesional?

–Cuando uno se ha dejado el alma en un deporte piensa que en algún momento debería traspasarle lo que sabe a otros. Y yo, además de trabajar organizando eventos deportivos con la empresa Daban Comunicación, doy clase en el colegio SEK de Madrid y en el club Taekwondo Pozuelo, donde uno de mis alumnos es mi hijo mayor.

–A ver si lo del deporte en las venas va a ser un gen...
–¡Pues igual un estudio genético nos descubriría que esto es genético y se puede transmitir incluso de tíos a sobrinos, como en el caso de Nadal! Desde luego, mi hijo Ignacio, de seis años, ha salido un deportista nato, adora el deporte, el esfuerzo y ahí va. Yo sólo espero que se divierta con él. Lo de la alta competición me da un poco más de miedo.

–Miedo dejarían de tener muchas mujeres si supieran defenderse como usted.
–Sí, pero no sólo físicamente –que así evitarían esos maltratos que vemos cada día en todos los estratos sociales–, sino también psicológicamente, porque tendrían más seguridad en ellas mismas. Las mujeres no somos víctimas en potencia, lo que sucede es que no sabemos defendernos.

–Al menos, ahora que las mujeres hagan ese tipo de deportes está bien visto porque en su día, nada de nada, ¿no?
–¡Entonces hubo gente que me llegó a tildar de marimacho! Por suerte se está demostrando que el deporte no tiene sexo, pero aún nos queda un largo camino. Hay deportes en los que todavía a las mujeres que los practican las consideran marimachos y deportes olímpicos a los que las mujeres no pueden acceder.

–¿El deporte le ha dado a usted más o usted más al deporte?

–Yo creo que ha sido una simbiosis. He sabido externalizar los éxitos deportivos, que en mi época era tan difícil que una mujer tuviera y que, además, supiera venderlos. Creo que hemos aprendido a convivir y estoy muy orgullosa de ser de las pioneras en mi deporte y que un poquito se haya reconocido el taekwondo por una chica con una coleta rubia que volaba por los tatamis.

–Hubiera sido exitosa en cualquier cosa, porque pasó del deporte a la comunicación como si hubiera nacido para ambas cosas y encima le encanta enseñar. ¡Sólo le falta la política! ¿No cree que los valores del deporte se deberían trasladar a la política?

–Yo creo que los valores del deporte, la superación, el apoyo en equipo, el pensar más en la comunidad que en uno mismo, no tendrían que ser... son los mismos, pero resulta difícil verlo. La política me ha tentado en alguna ocasión y nunca se ha terminado de cuajar nada, pero creo que hay muchas cosas que cambiar en el ámbito deportivo de este país.

–Si se presentara Rafa Nadal a presidente del Gobierno, ¿cree que obtendría más votos que Zapatero?

–Hombre, vamos a ver, yo creo que hay que diferenciar. Los valores que refleja Rafael Nadal son los que nos gustaría ver en nuestros políticos, pero no sé si él está tan cualificado ahora mismo para hacerlo igual de bien en la política que en una cancha de tenis. Así que nada, dejemos que los políticos aprendan y lo hagan bien y los deportistas seguiremos haciéndolo bien.


En primera persona
«Nací en Madrid en 1964. Estoy casada, tengo dos preciosidades de niños –Ignacio y Rodrigo, de seis y cuatro años– que son de lo que más orgullosa me siento. No me arrepiento de nada, de todo se aprende. Perdono, pero no olvido. Valoro la sinceridad y la superación, detesto la apatía y la falsedad y soy muy vital, muy mandona y con mucho carácter. A una isla ya me llevé lo que me tenía que llevar... Pero me llevaría a mi hermano Jorge, que es el mejor superviviente del mundo. Soy "coca-cola adicta"y me vuelve loca un buen solomillo. Antes, cuando competía, tenía manías, pero ahora ya no tengo tiempo. Sigo soñando a veces que estoy compitiendo sobre el tatami y que he entrenado menos de lo que quería. De mayor me gustaría ser feliz y una gran abuela, y si volviera a nacer sería Coral Bistuer».