España

Di María látigo y fideo

Lucas Haurie: Llegó envuelto en la sospechosa circunstancia de que comparte representante con Mourinho. No ha dado ni una oportunidad a los malpensados. María José Navarro: Su agente le sacó al Madrid 25 millones de euros más 11 en variables, el doble de lo que costó Özil y 11 más de lo que se obtuvo por la venta de Robben.

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Sin sospecha
Llegó envuelto en la sospechosa circunstancia de que comparte representante con Mourinho. No ha dado ni una oportunidad a los malpensados.

En este fútbol metrosexual y fashion que padecemos, se agradece al Real Madrid que haya apostado por un señor resueltamente feo. A Di María le viene grande la camiseta que lleva, pero la afirmación, por una vez, es literal. No es que sienta el peso de la púrpura al saltar al Bernabéu, el campo del miedo escénico de los rivales y también de muchos madridistas aplastados por la responsabilidad. Resulta que al argentino, que tiene toda la jeta de un tanguero de arrabal porteño de los años veinte, no le encuentra el utillero prendas de su talla porque tiene menos carne que el tobillo de un jilguero. Pese a ello, se ha convertido en el mejor socio de Cristiano Ronaldo, huérfano de asistentes en su primera temporada en el club.

Como muestra, el regalo del Miércoles Santo. Di María llegó envuelto en la sospechosa circunstancia de que comparte representante con Mourinho y su numeroso clan portugués. Jorge Mendes es el apoderado recurrente de Florentino Pérez en su segunda etapa y esto, de entrada, mosquea al personal. Aunque no sea culpa suya, el jugador debe aceptar unos niveles de exigencia mayores cuando llega recomendado por el jefe. No ha dado ni una oportunidad a los malpensados: desde el primer partido, sin periodos de adaptación ni otras excusas para mediocres, ha resuelto partidos con goles, centros, galopadas, furia, con todos los recursos que adornan a los cracks. Ya quisiera Agüero, por ejemplo, haberse mostrado la mitad de resolutivo en la media vida que lleva en España amagando sin dar casi nunca. Eso, en privado, lo reconoce hasta mi querida María José.

De cara, carísimo
Su agente le sacó al Madrid 25 millones de euros más 11 en variables, el doble de lo que costó Özil y 11 más de lo que se obtuvo por la venta de Robben.

Angelito di María dio la otra noche el pase de gol de la Copa del Rey y los portavoces oficiales de los aciertos presidenciales madridistas miran de nuevo al palco para aplaudir a su líder por tener gustos tan sumamente caros. La verdad es que el argentino ya se ha ganado el sueldo de sobra: corre muchísimo. Correr muchísimo cansa una barbaridad y ya se sabe que sin hacerlo ni un poquito también se puede recibir un homenaje y una ovación cerrada como le ocurrió a Ronaldo, al que en sus tiempos mozos le faltaba nada más que esperar en el área con las manos metidas en los bolsillos. Di María no sólo corre, sino que se tira. Se tira muchísimo también. Y además es un tipo bien simpático y limpio donde los haya, tal y como demostró a los jugadores del Levante con un seis a cero a favor.

Todas esas virtudes son suficientes para justificar su fichaje, estupendamente gestionado y defendido a capa y espada por su agente, Jorge Mendes, que sacó al Real Madrid veinticinco millones de euros más once en variables, el doble de lo que costó Özil y once más de lo que se obtuvo por la venta de Robben y al que vino a sustituir. Si lo ha conseguido o no tendrá que decidirlo la afición, aunque parece que comparten algunas características comunes como el individualismo a ultranza, detalle que ya demostró en el partido contra el Sporting de Gijón cuando sus compañeros trataron de canalizar el juego a través del argentino y salió la cosa rana. Parece difícil poder criticar al «Fideo» porque se trata de un buen jugador. Carísimo, pero aseadito, ¿no?