Siria
Asad intensifica los bombardeos mientras negocia una tregua
El régimen ataca Alepo y se ceba con poblaciones de Latakia, cuna del «rais»
Salma, Latakia (SIRIA)- A principios de junio, los rebeldes sirios consiguieron romper el cerco de Latakia, feudo alauí y cuna de la familia Asad, y liberaron la ciudad de Salma. Los combates duraron varios días y tras tomar los edificios de la seguridad, un cuartel de la inteligencia militar y una comisaría de Policía, avanzaron hacia Al Haffe, también suní. La victoria de Salma impulsó a los rebeldes a continuar su avance en el bastión alauí, pero las fuerzas del régimen bloquearon el avance con dureza. Poco se ha hablado de la masacre de Al Haffe, localidad de nayoría suní, donde en un solo día, el 12 de junio, las fuerzas de Asad y los «shabihas» mataron a sangre fría a más de un centenar de personas. «Los asesinaron cuando intentaban huir hacia Turquía. Mataron a familias enteras y colocaron sus cadáveres en una aldea alauí para provocar un conflicto sectario», asegura a LA RAZÓN Fawas, de 33 años, que huyó de Al Haffe con su familia. «Me gustaría poder volver a mi ciudad, pero está tomada por el Ejército sirio, y por eso hemos venido a casa de unos familiares de Salma», agrega su hermano Muder, de 36 años.
Ahora los rebeldes, bajo el mando del teniente coronel Abu Ahmad, tienen su cuartel general en Salma, desde donde dirigen las operaciones contra el Ejército sirio, a sólo tres kilómetros al sur de la localidad. Salma ha sido el destino turístico por excelencia de los suníes de Latakia por su buen clima y sus hermosas montañas. Sus 25.000 habitantes se duplicaban ente julio y noviembre, cuando miles de familias venían a pasar las vacaciones. Ahora es un infierno en la tierra y sólo 3.000 vecinos se han quedado allí.
Mientras todo esto ocurre, Asad negocia con el enviado de la ONU una tregua para este fin de semana. Sin embargo, la destrucción de los edificios recuerda que nadie podrá vivir en paz. Desde que el Ejército Libre de Siria (ELS) tomó esta localidad, ha sido sometida a intensos bombardeos y desde el mes de septiembre llueven bidones de dinamita desde el cielo. «Una mente criminal como la del régimen es capaz de cualquier cosa. Provocar la máxima destrucción con el menor coste», critica el doctor Rami, cuyo hospital clandestino ha sido bombardeado en tres ocasiones. Ahora han cambiado de ubicación, apenas unos edificios más allá de lo que queda del antiguo hospital, convertido en escombros. Dos bidones de TNT impactaron en el edificio, que por suerte no mataran al personal médico ni a ningún paciente porque no había nadie ingresado. «Nosotros dormíamos en el piso de abajo, para protegernos de las bombas».
Según el doctor, unas cien personas han perdido la vida a causa de las explosiones de los bidones con dinamita. Cuentan los locales que todos los días entre tres y cinco helicópteros sobrevuelan el cielo de Salma y lanzan un promedio de entre diez y quince bidones de TNT. «Es aterrador ver cómo van cayendo los bidones y no sabes qué hacer, si correr hacia delante o hacia atrás, o simplemente permanecer parado», explica un vecino de Salma, cuya vivienda fue casi destruida por un bidón que cayó muy cerca de la casa. Gracias a Dios, todos estamos bien. Pero un vecino murió por la explosión», explica sentado en el porche de su casa. Una mujer de mediana edad, se identifica como Um Sahid es la madre de un mártir, un hombre que murió hace un par de meses cuando fue disparado por un francotirador, regresaba en su vehículo después de llevar al frente a otros rebeldes. «Regresamos en Ramadán [qué cayó a mediados de julio] porque Salma era segura», explica.
La familia se marchó cuando empezaron los combates en la ciudad entre las fuerzas del régimen y los rebeldes el 6 de junio. «Ahora me da lo mismo vivir o morir. He perdido a mi hijo mayor», exclama Um Shahid. A pesar de ello, el menor de sus hijos, de 19 años, también es miembro del ELS. «Estoy orgullosa de él, de que siga combatiendo por la revolución. Todo el mundo quiere que caiga Asad; suníes y alauíes, pero muchos temen decirlo», insiste. Cae la noche en Salma y todo el mundo espera a la suerte de la mañana siguiente.
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