F.C. Barcelona
Caída libre
Qué desilusión, los ídolos del siglo XXI caducan antes que los yogures. ¡Evanescentes! Dice Manuel Vicent que «un mito no es un mito hasta que puede anunciar un perfume o una marca de zapatillas». Es posible que no dejen de serlo cuando desaparezca la promoción. En fútbol, Ronaldinho puso cara a unas natillas cuando ya era referencia. Como tantos otros, que ascienden al Olimpo con tanta facilidad como lo abandonan para sobrevivir entre tinieblas. Los ídolos se desploman y algunos que ni siquiera rozan esa consideración se dan el gachapazo al iniciar el trayecto. Nunca tuve a Mourinho por un tipo ejemplar, candidato a la mitología futbolística. Magnífico entrenador, sí. Lo demuestra su trayectoria, lo avalan los títulos que ha conseguido en diferentes campeonatos y con diversos equipos. La manita del Camp Nou no le resta valor. Sin embargo, antes de llegar se me ha caído. Como se me está cayendo Guardiola, un entrenador admirable, y permeable a la púrpura. Le creí cuando llamó mentiroso a Clos Gómez; con el «proceso de Pamplona», no. El papel de perseguido no le pega, merece un «Razzie» por su lamentable interpretación de provinciano desamparado. Compite ahora con Mourinho y Vicente del Bosque para el «Oscar» a mejor entrenador del mundo. Voto por Vicente, ganador de la Supercopa de Europa y la de España, de la Intercontinental, de dos Ligas, dos «Champions» y un Mundial. Y además, no ofende, no busca excusas en la derrota, no falta el respeto a sus compañeros, no menosprecia al rival, huye del tópico y no se hace la víctima. Del Bosque es mejor que los «pepes» (José y Pep) porque conjuga palmarés profesional y calidad humana.
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