China
La maldición de las niñas barbie
Les depilan las cejas, les someten a sesiones de rayos ultravioleta, e incluso les inyectan botox. Todo por conseguir a la pequeña top model.
Uñas postizas, lentillas de colores, maquillaje, extensiones, fundas dentales, joyas, tacones imposibles, ropa de marca... Esta es sólo una pequeña lista de los «juguetes» que demandan las participantes de los concursos infantiles por su cumpleaños en lugar de peluches o cocinitas. Se trata de pequeñas féminas, como las que ilustran estas páginas, que juegan a ser adultas manipuladas por sus progenitores y se convierten en muñecas de carne y hueso. ¿El objetivo? De sus padres, claro, convertirse en mini estrellas de la televisión o de la pasarela.
Son certámenes que en EE UU resultan todo un fenómeno de masas –también en China, Tailandia o la India–, donde, según varios estudios, mueven cerca de cinco mil millones de dólares al año. Todo un negocio. Hablamos de «Baby Queen», «Nuestra Miss Diamante», «La liga de las pequeñas niñas de ensueño», «Muñecas de Glamour», por mencionar algunos, sin olvidar «Little Miss Perfect», un «reality show» que emitió entre críticas el canal americano We TV, y Toddlers & Tiaras, en el que, al parecer, se pudo ver a una minúscula participante de dos años mientras bailaba con un sujetador cónico, así como a una madre obligando a su hija de cinco años a depilarse las cejas. Niñas que, a su corta edad, ya viven, obsesionadas por su físico.
En nuestro país, gracias a Dios, lo más cerca que hemos tenido es ver la película «Pequeña Miss Sunshine», de Jonathan Dayton y Valerie Faris, que reflejó la base de estos concursos en EE UU en clave de comedia. La edición de diciembre de «Vogue París Cadeaux» también suscitó polémica al retratar a tres pequeñas y provocativas modelos, Thylane, Lea y Prune, en actitud seductora ataviadas con prendas de Versace, joyas de Bulgari y tacones de Balmain. «Es el regalo ideal para los pedófilos», sentenció el ilustrador Alessandro Palombo.
El peliagudo asunto ha vuelto a levantar ampollas al conocer la locura de Kerry Campbell, una madre, esteticista de profesión, a quien la justicia ha quitado la custodia de su hija Britney, de ocho años, por inyectarle botox cada tres meses. Se lo suministraba en la frente, en los labios y en el contorno de los ojos, además, de hacerle la cera para eliminar el vello donde no hay. «Lo hago para ayudarla a convertirse en una estrella», ha afirmado la madre, mientras la niña añadía: «Cada noche compruebo si tengo más arrugas y si veo alguna quiero más inyecciones».
«En este mundo, niñas de 5 años llevan dientes postizos, extensiones de pelo y maquillaje, y se las anima a flirtear sobre el escenario haciendo caídas de ojos con sus pestañas largas, también postizas», advirtió un responsable de la Asociación Americana de Psicología en su informe sobre la sexualización de los niños. Según los especialistas, el suministro de la toxina botulínica a una menor no es la ardua cuestión. Pedro Jaén, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y miembro de la Academia Española de Dermatología, afirma que el problema no es médico, sino psicológico: «Sus efectos son reversibles y cuando dejas de administrarla, el músculo se recupera. No sufre secuela física alguna. Piensa que el bótox se emplea, con muy buenos resultados, incluso en bebés que padecen una parálisis cerebral».
El cirujano plástico Federico Mayo, por su parte, culpa a Campbell de administrar el fármaco sin ser médico: «En España es imposible que una persona tenga acceso a él, porque tienes que estar autorizado y pedir un permiso distinto según tu especialidad», apunta. No existe una ley que regule su empleo para fines estéticos en menores de edad, «pero el prospecto de Vistabel, el fármaco para uso estético, señala que no está indicado en personas menores de 18 años y mayores de 65». Y, a pesar de que se trata de un medicamento seguro y eficaz, éste señala como efectos adversos poco frecuentes: cefalea, caída del párpado, dolor en la cara, enrojecimiento de la piel y debilidad muscular localizada.
Traumas infantiles
«También quiero un aumento de pecho y una operación de nariz para ser una estrella», confesó Britney en la BBC. Palabras que la sitúan como la perfecta candidata a padecer dismorfofobia, término que define a las personas que se retocan y operan sin parar. Sin embargo, las orejas despegadas es una de las intervenciones estéticas infantiles más demandadas, realizada siempre con la autorización de los padres. «Un pediatra y un psicólogo deben autorizar la de aumento de mamas y las relacionadas con la grasa corporal (cartucheras, piernas, glúteos y rodillas), una operación que se lleva a cabo a menores de edad con el fin de que mejore su psicología al haber sufrido una enfermedad como la anorexia».
Ricardo Ruiz, jefe de la unidad de Dermatología de la Clínica Ruber de Madrid, añade que, «desde el punto de vista estético, no se debe aplicar ningún fármaco a un niño ni a un adolescente, porque les creas verdaderos traumas, que provoca que no puedan vivir sin ser físicamente perfectos. En España más del 60 por ciento de los tratamientos realizados con toxina botulínica son para fines médicos». Shasha Bennington también acaparó los medios hace unos años al confesar que su madre se gastaba 400 euros al mes en maquillaje para ella, además de pagarle extensiones y sesiones de rayos UVA.
¿Sabía que, según un estudio del Instituto de Investigación de Cáncer de Reino Unido, un 26,5 por ciento de los niños británicos reconoce someterse a sesiones por lo menos una vez al mes? Aquí, la Academia Española de Dermatología confirma que éstos y los adolescentes absorben tres veces más radiación ultravioleta que los adultos. Tanto es así, que el 80 por ciento de la radiación solar que llega a nuestra piel se recibe antes de los 18 años.
Falsas apariencias
«Se trata de una conducta disparatada de mujeres inmaduras e inseguras poco preparadas para la maternidad al poner en riesgo la salud física y psíquica de las niñas concursantes, sometidas a una presión innecesaria y a una situación estresante por alcanzar el estrellato. A los menores es importante asegurarles un curso madurativo saludable», reflexiona Valentín Martínez-Otero Pérez, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. La psicóloga Isabel Álvarez insiste en que «llevan a las pequeñas a una percepción distorsionada de la realidad, además de privarles de un crecimiento saludable».
Y María Isabel Casado, doctora en psicología clínica, prefiere referirse a un problema social: «Estamos ante una obsesión por entrar en los medios. Como no pueden acceder las madres las empujan a ellas. Las niñas pueden padecer problemas en un futuro, entre ellos, trastorno de la alimentación y dismorfia corporal. Ven que la apariencia física es lo que las va a dar el éxito de un modo divertido repleto de premios, pero en la adolescencia, el juego se convierte en una pesadilla, porque su vida entra en derroteros anormales».
El misterioso caso de la muñeca rota
El caso de la pequeña JonBenet-Ramsey sigue siendo un misterio sin resolver. Esta pequeña miss de seis años, ganadora de varios concursos de belleza infantil, fue víctima de una agresión sexual y hallada estrangulada en el sótano de su casa el 26 de diciembre de 1996. A partir de entonces, las informaciones falsas y las sospechas corrieron como la pólvora. De hecho, sus padres y su hermano fueron los primeros en ser acusados del crimen. La actitud extraña en los días posteriores a su muerte alimentaron las sospechas (su padre trasladó el cadáver de la niña cuando lo encontró y su hermano sentía celos de la pequeña), pero la Policía concluyó que los restos de ADN encontrados no correspondían a ningún familiar. En 2006, poco después de que la madre de Ramsey falleciera de cáncer, un profesor de instituto se declaró culpable del crimen y fue detenido en Tailandia. Sin embargo, acabó demostrándose que tampoco era el asesino.
La quiniela. Inyectó a su hija, ¿por dinero?
El caso de Kerry Campbell y su hija Britney ha conseguido reabrir el debate sobre las atrocidades que algunos padres están dispuestos a hacer para que sus niñas ganen un concurso de belleza. Esta británica no se imaginaba que su historia acabaría en tragedia cuando salió en varios medios asegurando que había inyectado botox a su hija porque la pequeña aspirante a miss se quejaba de que tenía arrugas. Ahora, después de que los servicios sociales le han quitado la custodia, se afana en repetir que la historia era falsa y que sólo buscaba dinero. Campbell –que ha revelado que su nombre real es Sheena Upton– asegura que fue el periódico «The Sun» quien le pagó 200 dólares por contar esta espeluznante historia. El rotativo ha desmentido esta versión, pero la británica sostiene que fueron ellos los que elaboraron el guión.
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