Londres
La fiesta secreta de Pippa y Harry
Fueron los encargados de organizar la «juerga» de Buckhingham. La novia del príncipe se marchó sola
Se suponía que iba a ser el príncipe Enrique quien pusiera en evidencia al novio con su discurso como padrino, pero fue Carlos quien dio la gran sorpresa. El príncipe de Gales utilizó su turno de palabra para meterse con la calvicie de su hijo y sus posibles pretensiones cuando él se convirtiera en un anciano. «Espero que cuando sea mayor me cuide y no haga caer mi silla de ruedas por un acantilado», aseguró en referencia jocosa a la carrera por la corona. La broma no estuvo mal teniendo en cuenta todas las encuestas que se han publicado desde el anuncio del compromiso sobre a quién preferían los británicos para suceder a la soberana Isabel II. Claro que Guillermo no se quedó atrás y le contestó con chistes sobre su aumento de peso y sobre a quién le sentaba mejor el uniforme siguiendo la tradición anglosajona de los discursos a dos manos entre padre e hijo para sacarse los colores. En cualquier caso, los textos completos jamás serán publicados, por lo que los entrecomillados que sacaba ayer la prensa británica tan sólo fueron una prueba más de lo distendida que fue la jornada cuando los encorsetados cánones de la pompa real dejaron respirar al joven matrimonio entre los amigos y familiares más íntimos. Eso sí, con formalidades o sin ellas, tanto el príncipe Enrique como su padre tuvieron palabras de cariño para la novia asegurando lo «felices» y lo «afortunados» que eran «por tener a Kate en la familia». Y es que por la noche los novios dejaron el título de los duques de Cambridge por unas horas y volvieron a ser Will y Kate, los de siempre, los que se habían conocido en sus años de universidad olvidándose de la corona y del resto del mundo.
La fiesta que se ofreció por la noche en el Palacio de Buckingham dio para mucho. La reina Isabel II y el duque de Edimburgo decidieron retirarse tras el almuerzo conscientes de que así la jornada podría tomar un tono más relajado. Fue su peculiar «regalo» a la pareja para que los discursos pudieran incluir todo tipo de anécdotas. Lo que no sabían es que su nieto iba a aprovechar su ausencia para hablar de ellos. Según los mentideros, el príncipe Henry hizo su peculiar repaso sobre sus antepasados y cuando le tocó hablar de su abuelo aseguró que había sido una lástima sobre lo pequeño que se había quedado al lado de los taconazos de la novia.
La mayoría de los invitados abandonaron luego la residencia oficial de la monarca sin contar ni un detalle a la prensa que estaba congregada en la puerta a la espera de suculentas exclusivas. Una de las fotos más esperadas era la del hijo menor de Diana con su novia intermitente, Chelsy Davy, pero la surafricana abandonó el palacio en el mismo coche que lo hicieron las princesas del heredero, Beatriz y Eugenia.
La «cuñadísima»
Los medios más sensacionalistas bromearon con la posibilidad de que la hermosa rubia se hubiera quedado sola toda la noche a la espera de un novio que estaba demasiado ocupado con la «cuñadísima». Y es que la química que existió entre Harry y Pippa, la hermana de Catalina, durante el enlace fue muy comentada. Los dos fueron encargados de preparar la gran fiesta y parece que entre tanto preparativo se han conocido mejor y se han caído bien. Entre los dos eligieron la música para la pareja y también colocaron una de las bolas giratorias plateadas de discoteca, una ocurrencia de la dama de honor con la que no estuvieron muy de acuerdo los más tradicionales.
Conscientes quizá de la expectación que levantaban y para no quitar protagonismo a los novios, decidieron salir por separado. El príncipe Harry optó por subirse al minibus que recogió a otra docena de invitados entre los que se encontraba la ex novia de su hermano Guillermo y James, el hermano menor de Pippa y Kate, un joven en el que también se ha fijado ya la prensa por su olfato para los negocios y su espíritu emprendedor, la combinación en definitiva que ha hecho millonarios a sus padres. El pequeño número de invitados que salió luego andando hacia Victoria se limitó a decir que había sido una «gran noche».
La cámara indiscreta
- Pilkington, la fotógrafo privada contratada para inmortalizar la parte más íntima de la boda , desveló ayer algunos detalles de la fiesta nocturna. Amiga de la familia Middleton, ya fue la encargada de hacer un álbum privado durante la boda en 2005 entre el príncipe Carlos y Camilla.Según explicó y recoge Efe, Kate demostró que es una persona «muy dulce» al acercarse a ella en un momento de la noche para «decirme que si no quería fotografiar la velada, no pasaba nada». « Me dijo: "Deja la cámara, relájate, diviértete. Estás aquí como invitada. Disfrútalo"», afirmó la fotógrafa, que pese a la invitación no pudo resistir la tentación de capturar lo que veía. «Siendo fotógrafa y estando rodeada de tanta belleza, con el lugar y todos esos invitados despampanantes, no podía parar, así que hice fotos hasta la mañana», dijo. «La noche fue excitante, extraordinaria», agregó Pilkington, que aseguró que durmió mal durante semanas antes de la boda, consciente de la responsabilidad que tenía en el gran día. Por desgracia, ninguna de estas fotos de Pilkington se harán públicas.
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