Relaciones laborales

Las centrales sindicales cierran 2010 con más de 206 millones en subvenciones

Los dos grandes sindicatos preparan su segunda huelga en pocos meses mientras se les llena la boca de arengas contra el Ejecutivo y los empresarios.

La Razón
La RazónLa Razón

Al mismo tiempo, preparan su balance económico del año, y seguramente quedarán satisfechos con lo que ven, pues cerrarán 2010 con más de 206 millones de euros recibidos en subvenciones, una cantidad que permitiría descongelar cerca de 820.000 pensiones.

Las subvenciones con dinero público se dedican entre otras cosas a cuestiones como dinamizar y mejorar la información en el medio rural, un foro sobre la responsabilidad social en las empresas o para construir «unidades didácticas con Power Point». A raíz de la huelga general del 29-S, que no tuvo desde luego el eco deseado por los sindicatos, las centrales sindicales se embolsaron al menos 3,5 millones de euros, lo que supone 1,2 millones de euros al mes. De estas subvenciones, los principales beneficiados son UGT y CCOO, que acumulan gran parte de las «donaciones» del Ejecutivo a los sindicatos desde diferentes departamentos, bien sea a través del Ministerio de Educación, del Ministerio de Trabajo o del de Medio Ambiente. Un año bastante beneficioso para los sindicatos, que mantienen su pulso con el Ejecutivo a cuenta del retraso en la edad de jubilación. En 2011 seguirán cobrando y, según parece, seguirán protestando.


Sin punto de retorno
- La historia de José Luis Rodríguez Zapatero con los secretarios generales de Comisiones Obreras y de UGT parece que no tiene punto de retorno. Ni siquiera con Cándido Méndez, al que le sigue uniendo una amistad, forjada durante años de confidencias.

- El paquete de ajuste de mayo pasado supuso, para los sindicatos, la primera traición del Gobierno. Después de meses de negar la evidencia, Zapatero se vio obligado a recortar en una media del 5% el sueldo de los funcionarios en 2010 y a congelar sus retribuciones, junto con la de los pensionistas, en 2011. Pero sus reformas continuaron y con ellas el distanciamiento con las centrales. Acto seguido, aprobó la reforma laboral, que puso en pie de guerra a los sindicatos. Estos cambios sin consenso en el mercado de trabajo fueron oportunamente contestado con la huelga general del 29 de septiembre. Ahora el desacuerdo crece y las protestas también.