ETA

Sin sensación de victoria

La Razón
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Los últimos días han sido pródigos en acontecimientos convulsos en la lucha antiterrorista. Con alguna notable excepción, lo conocido ha elevado el nivel de preocupación ya instalado en la sociedad y que provocó una masiva manifestación de las víctimas hace una semana. Algo no va bien y esa percepción no está pasando inadvertida para una opinión pública que se mantenía expectante, pero confiada, con la evolución del combate contra ETA. El alto el fuego «permanente, general y verificable» declarado por la banda ha sido desmentido por la actividad de los terroristas. El tiroteo contra un gendarme francés y el desmantelamiento de la mayor base logística de ETA en España han confirmado lo que LA RAZÓN defendió desde el primer día: que la tregua no era más que otra trampa.

ETA está activa y dirige la estrategia para que una de sus marcas se cuele en las instituciones. Su presunta debilidad operativa no supone una fragilidad política. Ayer, de nuevo, volvió a irrumpir en su papel de garante del proceso. Aseguró en su último boletín interno «Zutabe» –el primero en tres años–, que es «perverso» relacionar su alto el fuego con el deseo del entorno proetarra de acudir a las próximas elecciones calificó de «ensoñación» decir que ha sido derrotada policialmente, y concluyó que el éxito dependerá de si «somos capaces de hacer fuerza suficiente». El tono y el fondo de los mensajes prueban que la banda no tiene intención de desaparecer, sino más bien de todo lo contrario, de participar en el presente y el futuro del País Vasco. Con Sortu fuera de juego, el clima que rodea a Bildu es inquietante para los demócratas. Hay una especie de conformismo oficial y de deseo de convertir a Bildu en lo que no es. Hay que recordar que documentos de la banda ya contemplaban la operación de infiltrarse en listas de partidos legales. Que la experiencia de ANV se repitiera sería un terrible paso atrás y hay que exigir al Gobierno y al PP que el Estado de Derecho utilice sus herramientas para impedirlo.

En el plano judicial, el episodio de Antonio Troitiño ha agitado los peores fantasmas. Que nadie se enterara de lo que se cocía en la Audiencia Nacional hasta que ya fue tarde resultó lamentable. La indignación de las víctimas es la de todos los españoles de bien a quienes se nos revuelve el estómago no sólo con los beneficios para este asesino múltiple, sino con el homenaje que se le tributó en Intxaurrondo con vivas a ETA.

El Gobierno ha reiterado que recorremos la etapa final del terrorismo. Si es así, no existe sensación de victoria como sería imprescindible en todo desenlace digerible de ETA. Quienes ríen y brindan no son las víctimas, sino los pistoleros y sus acólitos. Hay una sensación de frustración y desencanto, agravada con sentencias como la conocida ayer en la que el Tribunal Supremo anula la pensión extraordinaria a la madre de dos hijos fallecidos en el atentado de Hipercor. Injusto y amargo castigo. Algunos jueces no han entendido nada después de tanto sufrimiento. Defender que una madre con dos hijos asesinados no es víctima de ETA es casi una provocación.