Buenos Aires

Rousseff asume la presidencia bajo la sombra del éxito de Lula

La economista Dilma Rousseff enfrenta a partir de este sábado el más duro reto de sus 63 años de vida: además de ser la primera mujer en llegar a la presidencia de Brasil, le corresponde la tarea de suceder al gobernante más popular de la historia del país, su padrino político, Luiz Inacio Lula da Silva.

Rousseff toma posesión y promete «lucha obstinada» contra miseria
Rousseff toma posesión y promete «lucha obstinada» contra miserialarazon

Dilma recibe un país muy distinto al país que Fernando Henrique Cardoso entregó a Lula en enero de 2003. Así, 32 millones de personas pasaron a formar parte de la clase media en Brasil. Las políticas asistenciales sacaron del hambre a 40 millones de brasileños. El salario creció un 154%. Se ha triplicado el producto interno bruto per cápita (llegando a cerca de los 10 mil dólares). Fueron creados 15 millones de empleos genuinos. El promedio de inflación anual ha sido del 5,7%.

«La Dama de Hierro» ha participado junto a Lula de la construcción de la actual realidad brasileña.
Fue la primera persona de Lula en su Gobierno; por lo tanto, nadie mejor que ella para saber todo el trabajo que va a suponer mantener el escenario positivo que posee Brasil hoy por hoy. Sin embargo, todavía hay asignaturas pendientes que son muy importantes: inseguridad, educación, infraestructura, lucha contra la corrupción y grandes reformas estructurales, como las reformas política y fiscal.

Más del 50% de viviendas en Brasil no tienen saneamiento y el presupuesto en educación apenas llega al 5% del PIB. El principal objetivo: mejorar la vida de más de 20 millones de personas que todavía viven en la pobreza extrema. «No voy a descansar si hay familias en la calle, chicos abandonados a la propia suerte, familias sin comida en su mesa», dijo durante su discurso de investidura.

46.000 super ricos
Además, todavía hoy 46.000 personas entre 193 millones de habitantes, poseen la mitad de las tierras. El gigante suramericano sigue siendo el país con el peor índice de distribución de riqueza del mundo.

Aunque el deporte no está incluido entre las pasiones de Dilma en los próximos cuatro años ocupará un lugar prioritario en su gestión, encargada de liderar la organización de las dos máximas citas deportivas: el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Se trata de una tarea gigantesca para cualquier país, pero mucho más para Brasil, donde la organización de ambos eventos supone la conclusión de grandes obras de infraestructura, la construcción de estadios y la solución de problemas logísticos en áreas como alojamiento y transporte.

Nuevo reto: superar a su maestro
Brasil será un país nuevo, transformado, pero también endeudado tras haber acogido los mayores acontecimientos mundiales. Este sería el momento en el que Lula podría volver a tomar las riendas del «caballo brasilero».

Dilma Rousseff está acostumbrada a luchar desde nació el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte. Inició sus estudios en una prestigiosa escuela católica, pero muy pronto se decantó por las ideas marxistas. Se fue radicalizando hasta unirse a la Vanguardia Popular Revolucionaria, donde recibió entrenamiento de guerrilla, aunque asegura que jamás llegó a participar en acciones armadas. En los 70 fue capturada y sometida a torturas. «Nadie sale de esto sin huellas», admitió en una entrevista.

Tras recuperar la libertad, en 1972, completó sus estudios de Economía. En 2001 se afilió al Partido de los Trabajadores (PT). Desde entonces su vínculo con Lula se fue estrechando. Ministra de Minas y Energía en 2003 y en 2005 cuando la cúpula del PT se tambaleaba, la designó como ministra jefa del Gabinete Civil de la Presidencia. Rousseff cumplió con éxito la misión y fue «ungida» por Lula como candidata del PT a las elecciones presidenciales de 2010. Ayer tomó el testigo más pesado, seguir la estela marcada por su maestro, y superarlo.