Sucesos

Tres nuevos temblores vuelven a desatar el pánico

Dos nuevos terremotos hicieron temblar en la madrugada de ayer a Lorca y desataron el pánico entre sus ciudadanos. El primero a las 2:50 horas y el segundo a las 3: 31 horas de la madrugada de 1,6 grados en la escala de Richter.

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La ciudad de Lorca afrontaba ayer el amanecer del primer fin de semana tras los terremotos de una forma atípica, alejada de su habitual actividad comercial y turística, y sumida en un silencio resignado que acompaña las tareas de limpieza y recuperación de las viviendas y de los servicios públicos. El barrio de Las Viñas, el más afectado del municipio, presenta un mejor aspecto gracias al trabajo de operarios, soldados y bomberos, que no cesaron en toda la noche. No se sabe si abrirán más comercios. Los vecinos de la zona comentan que la mayoría sufren graves desperfectos en su interior, por lo que dudan de que puedan hacerlo.

El aspecto vital de las calles es semejante a los días anteriores, gente con maletas preparando su salida de la ciudad, propietarios lamentando el destrozo de sus viviendas, unidades motorizadas del Ejército y vecinos que duermen en sus coches. En el campamento principal de atención a los afectados, que ya ha adquirido sus propias rutinas, comienzan las colas en la zona de aseo personal y en la carpa donde ofrecen desayuno. El terremoto registrado de madrugada, de 2,4 grados en la escala de Richter, apenas fue percibido por la población, pero hubo muchos que lo notaron y decidieron abandonar de nuevo su vivienda y pasar la noche en este recinto. Los temblores se percibieron más como un rumor que por su realidad: «Nos han dicho que ha habido algo esta noche. Yo creo que lo he notado, pero no sé si ha sido el temblor o los tres días que llevo durmiendo en una litera», comenta una afectada, que no quiere volver a su casa porque su hija está «aterrorizada».

Balance final: El 40 % de las viviendas no son habitables
Seis de cada diez viviendas de Lorca pueden volver a ser habitadas por sus porpietarios. El 28 por ciento de ellas ha sido marcado con color amarillo, lo que significa que sus habitantes pueden entrar sólo unos minutos a recoger enseres, y el 12 por ciento restante tiene código rojo y prohibido el acceso por daños estructurales.