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Puag por María José Navarro

La Razón
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Los ingleses, que son gente recta, amante de los zapatos buenos, los abrigos largos y los sastres con experiencia, acaban de contestar a una encuesta que les ha realizado «The Telegraph» sobre sus costumbres a la hora de dormir. Dormir con alguien. Mal asunto. Lo sé. Los ingleses, que tienen historia y cultura para dar y tomar (véase la cantidad de grificos de cualquier cervecería) le han dicho al periódico que una cuarta parte no soporta que su pareja les toque mientras duermen. Añaden más, por ejemplo, que casi la totalidad rechaza decir «te amo» antes de quedarse sopa, ocho de cada diez no se besan con el buenas noches, y sólo un pedante uno por ciento accede a intentar perder el conocimiento en postura romántica, esto es, con el caballero tumbado boca arriba y ella apoyando su cabeza en el pechamen varonil. Enhorabuena a los ingleses. Ya era hora de que algún pueblo mantuviera enhiesta la higiene básica. Después de lavarse los dientes es una cochinada el besuqueo, mucho más si no te los lavas. Los británicos son personas cabales y han entendido bien que no hay nada mejor para mantener un matrimonio que darse cuartelillo y espacio vital y además se preocupan porque no cunda la cursilería. Gracias al cielo aún queda un sitio en el mundo donde el personal no hace piecitos ni manitas ni se llena de pelos mutuamente ni aguanta un cabezón toda la noche encima de la pechera. Resumiendo: que corra el aire. Cada uno en su cama, si es posible en distintas habitaciones, y, esto es lo importante y lo que asegura un matrimonio eterno: baños separados. No soy inglesa. Soy de Albacete. El (Nueva)York de La Mancha.