Disturbios

La Policía cerca el polvorín de Son Gotleu

José Miguel reabrió ayer las puertas de su bar: el Jerez 69. «El lunes tuve que cerrarlo por si lo atacaban», asegura este vecino del barrio palmense de Son Gotleu y que reconoce que «pasé miedo». Los roces que, desde 2001, se repiten entre grupos de etnia gitana e inmigrantes subsaharianos volvieron a estallar anteayer tras la muerte accidental del joven nigeriano Efosa Okosun, de 28 años.

Dos de los cinco nigerianos detenidos por los disturbios del lunes
Dos de los cinco nigerianos detenidos por los disturbios del luneslarazon

Falleció, como explican algunos testigos, al intentar robar en una de las viviendas de los gitanos. Después de acusar a tres gitanos de su muerte, desataron una batalla campal en la calle Tomás Rullán que obligó a numerosos vecinos a cerrar sus comercios y trasladar sus vehículos. Algunos aparecieron apedreados.

Cinco nigerianos pasaron a disposición judicial. Tres de ellos no tienen los papeles de residencia en regla y uno cuenta con antecedentes policiales por estafa y asociación ilícita. Sin embargo, el barrio donde se produjeron los altercados ayer respiraba con tranquilidad. «Tenemos dos furgones de Policía controlando día y noche, por eso estamos tranquilos», añade el propietario del Jerez 69. Su local es uno de los más veteranos y no es la primera vez que vive una «guerra» similar a la de hace dos días. Desde que, hace pocas semanas, se desmantelara el poblado de Son Banya, principal distribuidor de droga de la capital mallorquina, muchos de los camellos se han trasladado a Son Gotleu y la lucha por quedarse con el negocio se ha recrudecido. «Aquí siempre se ha visto droga.

Hachís y maría principalmente. Pero los gitanos no quieren que los nigerianos se metan en su negocio y de ahí la trifulca», añade José Miguel. Como explica, no se ocultan. Venden en las esquinas y en los pisos. También utilizan «sus locutorios ilegales» para hacer los intercambios.

Los vecinos ya no saben qué hacer. Están en medio de una guerra que no les toca. «El viernes, después de insistir, nos va a recibir el alcalde. Esto no puede seguir así, hay que tomar medidas concretas», afirma Ginés Quiñones, presidente de la asociación Orson Welles. Vigilancia policial e inspecciones de todos los negocios son algunas de sus propuestas.