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Quimera por Ramón Sarmiento

La Razón
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La «cibercarta» real hizo renacer en los medios comunicación una vieja palabra, «quimera». Al referirse al momento delicado por el que España atraviesa, se lee: «En estas circunstancias lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas». En la mitología griega, la quimera era una criatura fantástica pero maléfica. Por lo general, se representa como un híbrido con cabeza de león, vientre de cabra y cola de serpiente. Pero, por ser una criatura compuesta y portadora de los atributos de varios animales, pronto empezó a aplicarse en simbólicamente a los sueños, fantasías y utopías imposibles. En el arte pictórico recuerda los caprichos en los que Goya expresa la desesperanza y lo irremediable del destino, simbolizado por negros nubarrones tras los que es posible intuir monstruos y animales de la noche, como en el capricho 43 «El sueño de la razón produce monstruos». En la literatura fue Charles Baudelaire, poeta francés del siglo XIX, quien más cultivó el simbolismo. En su «Spleen de París» incluye el poema «Chacun sa chimère» (Cada cual, con su quimera) en donde juega con el doble sentido de la palabra como representación de un animal imaginario y como las ilusiones en que se acunan los seres humanos. Todos estos usos aparecen recogidos en el Diccionario de la RAE: «1. f. Monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. 2. f. Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. 3. f. Pendencia, riña o contienda». Decía Antonio Machado: «Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar».