Belleza

No se lo tome tana pecho

Las «celebrities» vuelven al quirófano para rebajar la silicona de sus senos

Pamela Anderson decidió reducir el tamaño de sus senos
Pamela Anderson decidió reducir el tamaño de sus senoslarazon

Si Pamela Anderson hubiera optado por una prótesis modelo lágrima por debajo de los 400 cc de volumen, podría haber escapado a las carreras por las playas de Santa Mónica –salvavidas en mano– para triunfar en el cine de autor. Su exuberante delantera relegó su imagen a las cabinas de los camiones. Pero corría el año 1989, cuando era signo de caché llevar tatuado en el escote el precio de la intervención. Han tenido que pasar veinte años para que se convenciera de que menos es más. Ahora su imagen revela una notable disminución del tamaño de sus prótesis.

 

Mamas secundarias
 Como recuerda a LA RAZÓN el cirujano plástico Javier de Benito, «en el año 1994 se vivió el auge de las prótesis extra grandes. Rozaban la exageración y se exigía la talla 100. Las figuras más esbeltas y andróginas que protagonizaron el cambio de milenio trajeron consigo una reducción del tamaño de la mama ideal». Cada vez son más frecuentes las noticias sobre celebrities que vuelven al quirófano para reponer, reducir o cambiar la forma de sus prótesis. Así surge el término «mamas secundarias». El doctor Benito, autor del único trabajo médico publicado sobre este tema, explica que «las prótesis se cambian por motivos muy diferentes: los embarazos y la lactancia, que provocan un deterioro y atrofia; la pre-menopausia, que modifica la estructura del pecho y provoca una sensación de disminución de volumen; la fuerza de la gravedad; los cambios de peso y el estilo de vida. Este último factor es fundamental. A mi consulta llegan mujeres de 60 que, después de veinte o treinta años conviviendo con las prótesis, quieren quitárselas para ser unas ‘‘abuelas más reales''». Ésta es la excusa que esgrimió Victoria Beckham para cambiar sus «globos» por unas prótesis más discretas, alegando que quería ofrecer una imagen de madre de familia.

Pero, ¿es fácil cambiar de talla? Como explica el doctor Benito «la intervención es sencilla, aunque siempre hay que tener en cuenta el estado de la piel y avisar a la paciente que pasar de unas mamas de 400 cc. a unas de 250 cc. podría implicar una mastopexia para la reposición de tejidos». ¿Y cuáles son mejores? El doctor Federico Mayo, especialista en cirugía plástica, comenta a LA RAZÓN que en su consulta el 75 por ciento de las prótesis que se implantan son anatómicas o en forma de gota frente a las redondas. Resultan más naturales, pero hay que saber que «para obtener la misma percepción de volumen exigen implantar una prótesis de mayor capacidad. Si el tamaño estándar en la actualidad está entre 230 y 330 cc., en el caso de las de forma de gota estaría algo más arriba».

También son más caras, alrededor de un 30 por ciento más que las redondas. La técnica de aplicación es más difícil para el cirujano, que debe «demostrar gran precisión y pericia para su correcta colocación, abriendo un ‘‘bolsillo'' a medida», la diferencia de precio radica en su fabricación. En cuanto a los recambios «adrede», el doctor Mayo piensa que aún no ocurre realmente, y que por lo general, «coinciden con momentos en los que toca revisar las prótesis y cambiarlas por prescripción médica».


La grasa buena
El pasado año, el Macrolane revolucionó el universo de la estética pectoral. Ofrecía aumentar de talla en cuestión de minutos a base de inyecciones. Este material de relleno –ácido hialurónico– se convertía en la herramienta perfecta por su naturalidad. De hecho, dicen que Jennifer Aniston fue de las primeras en probarlo. El único inconveniente del invento es que tenía «fecha de caducidad»: un año. Un inconveniente que no tienen las nuevas inyecciones de grasa autóloga, que sólo exige que ésta sea extraída del paciente.