Crítica de libros
Semiosis hidrológica
No es lo mismo estar durmiendo que estar dormido, como tampoco lo es el estar jodiendo al estar jodido, que dijera el senador real Camilo José Cela en plena transición española. Si eso mismo lo aplicamos al problema hidrológico nacional observaríamos que la izquierda española anda todavía instalada en la semiosis, que definiera Charles Morris, un proceso por el cual algo se convierte en signo para alguien, en lugar de recurrir a las enseñanzas de Saussure o Barthes que podían explicar fenómenos alejados de los signos como la poesía o el humor. Para nuestra infraizquierda las palabras carecen de doble o triple significado, por eso un «hijoputa» no puede ser otra persona que el nacido de una mujer de moral distraída. No van más allá de la relación entre los signos y las palabras y mucho menos entre éstas y lo que buscan, sólo se limitan al enunciado, en si pone o no aquello que buscan o desean que ponga. Con el asunto del agua estamos en la semiosis, es decir, donde no ponga literalmente trasvase es que no hay un trasvase. Esto confirma esa regla semiótica o semántica según la cual las expresiones también pueden aparejar mensajes. Decir llevar agua de donde sobre a donde falte es decir también que nadie quedará desabastecido, como también se puede confirmar cuando se asegura que el agua es una materia exclusiva del Gobierno y que éste puede legislar para que el suministro a quien la necesite «sea solidario». Por eso, para la infraizquierda ninguno de estos argumentos es suficiente, hasta el extremo de que ayer el secretario general de los socialistas murcianos y el coordinador de IU-V, Pedro Saura y José Antonio Pujante, respectivamente, convocaron sendas ruedas de prensa posteriormente apoyadas con notas a los medios donde insistían en la semiosis: «No dice nada de ningún trasvase». Más grave lo de IU, que el día del anuncio de Cañete aplaudía la medida para desdecirse horas después». ¿Alguien lo entiende?
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